Por Claudia Cisneros
Y es culpa de los políticos. Es culpa de los angurrientos
empresarios. Y es culpa del modelo neoliberal que ha colocado la
ganancia, el dinero, el lucro por encima de cualquier cosa y de todo.
Por encima de las personas, por encima de los valores, por encima de la
calidad y la cualidad. Todo lo que no pueda cuantificarse no sirve, es
accesorio o absolutamente secundario cuando no prescindible. Incluyendo
las personas, incluyendo la educación de calidad, la cultura, incluyendo
el ejercicio de la justicia. Ese modelo todo lo corrompe: el ejercicio
de la política, el ejercicio del control policial y judicial, el
ejercicio del libre mercado. El Estado de Derecho y hasta la democracia
son prescindibles si obstaculizan la generación de dividendos. Si no
sirven para asegurar los dineros de los poderosos y el poder de los
adinerados, entonces se atropella, se aplasta o se aniquila.
Lo de Tía María es solo un capítulo más de una historia que se viene
repitiendo una y otra vez en los principales conflictos sociales: el
empresario angurriento y prepotente; el gobierno presionado (o que se
deja presionar) y que se pone del lado de la empresa; la desconfianza de
la población por el sesgo habitual del gobierno en su privilegio a la
empresa; el paro unos días; el bloqueo luego de la sordera e
insensibilidad social del gobierno; la represión, la brutalidad, los
detenidos, los heridos y finalmente los muertos. Siempre llegamos a los
muertos, a la indignación, a las investigaciones que no llegan a ninguno
de los lados a los que realmente tienen que llegar, las
responsabilidades políticas y penales de gobernantes y autoridades (como
en Bagua).
Es no solo ridículo, como ha dicho Marco Sifuentes (http://bit.ly/1GvGVwZ), sino desalentador, agotador, suicida, lesivo para el país, para la paz social, para la maldita política. Porque la gente queda cada vez más harta, hastiada y asqueada. Y los gobernantes, ministros, policías, jueces y fiscales cada vez más desprestigiados. Y eso lesiona la misma fibra de la democracia, el tejido mismo de la sociedad. Eso nos está pudriendo por dentro.
Es no solo ridículo, como ha dicho Marco Sifuentes (http://bit.ly/1GvGVwZ), sino desalentador, agotador, suicida, lesivo para el país, para la paz social, para la maldita política. Porque la gente queda cada vez más harta, hastiada y asqueada. Y los gobernantes, ministros, policías, jueces y fiscales cada vez más desprestigiados. Y eso lesiona la misma fibra de la democracia, el tejido mismo de la sociedad. Eso nos está pudriendo por dentro.
Un corrupto policía (que responde a un alto mando ¿policial o
empresarial?) ‘sembrando’ a un agricultor con un arma para que un
corrupto periodista de planta o a destajo) tome una foto amañada y un
corrupto diario (siempre ultraderechoso) la use para criminalizar la
protesta, para tildar a los manifestantes que están en contra del
proyecto de terroristas. ¿Cuántas veces habrá pasado sin ser registrado
en video? ¿Cuántas veces ese y otros medios, la policía, el gobierno, la
empresa interesada habrán propiciado, sino pagado, para ejecutar estas
despreciables manipulaciones?
¿Hasta dónde quieren? ¿La clase política y dirigente es tan
cínicamente ciega que no se da cuenta de lo que está gestando? ¿De qué
sirven las grandes cifras macroeconómicas sin derechos, sin justicia o
paz social? ¿De qué sirve un gran proyecto de inversión que ha nacido
muerto por la pésima reputación de la empresa que promete lo que la
gente sabe que no cumplirá y que el gobierno quiere imponer a balazos?
¿De qué sirve el crecimiento del país si un humilde agricultor puede
morir asesinado con una bala policial como si su vida fuera prescindible
solo por defender su mínimo sustento de vida, sus cultivos que siente
amenazados? ¿Es que no se dan cuenta o quizás, me inclino por creer
esto, les importa tres carajos? Quizás, y me inclino por pensar esto, a
esos empresarios solo les importa hacer dinero aun cuando cueste vidas,
paz social, conflicto, atropello, abuso o asesinato. Solo les importa
asegurar la mayor ganancia, al menor costo de inversión, a través del
poder político en turno. Y al poder político de turno solo le interesa
asegurarse la mayor ganancia posible en el poco tiempo asegurado en el
cargo. Y en el medio quedamos todos nosotros, a merced de la ambición
desmedida por el dinero, por la ganancia a costa de sangre. Están
gestando un horrible, terrible, abominable monstruo que nadie, nadie
quiere volver a ver. No sean imbéciles.
Valiente y decidida toma de posición de la periodista Claudia Cisneros. Ha dicho lo que los demás periodistas no se han atrevido a publicar. Felicitaciones a Claud8ia , pero que no sea flor de un día.
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