(Des)Variaciones 2016
El Perú es el tercer país más vulnerable a la corrupción, extrapolando.
La variabilidad del clima político, los fenómenos presidenciales que
tenemos que soportar, el retroceso de la ética, los profundos impactos a
nivel del suelo y el subsuelo de la hebra orgánica nacional. Y no por
ser los limeños, ombligo de sí mismos, debemos ser ciegos ante la
descomposición del órgano central del cuerpo país. Comunidades enteras
obligadas a votar por los viejos animales embaucadores de siempre o por
las nuevas bestias disfrazadas de hierbabuena. Hasta cuánto resistirán
los estómagos con tanta gastronomía hiperprocesada, tanta mala política
hiperbolizada, hiperhipócrita echándole al bofe por ser el dueño del
país los próximos 5 años. ¿A dónde los nuevos pastos? ¿A dónde las aguas
limpias? ¿A dónde se han ido todos los que alguna vez fueron o los que
podrían ser? Estamos inundados, huaycos de extrema pobreza ética;
mientras yo escribo y tú lees, Acuña seguirá mintiendo con alevosía,
Guzmán contradiciéndose con esmero y los viejos embaucadores de siempre,
García y el nuevo-mismo fujimorismo de Keiko, aferrándose a sus viejas
prácticas, disfrazándolas de sonrisas, trajes típicos y discursos
calculados con la ambición única de hacerse del poder de una nación que
prometen volvernos a dejar en varias formas de ruina.
El Perú es el primer país más vulnerable a los carroñeros nacionales y
extranjeros (Kuczynski), me cito para no plagiarme. Unas llegan de
México chorreando sangre indígena de Bagua desde hace 7 años (Mercedes
Aráoz), otros vuelven de la cripta y de sus propias encriptadas mentiras
(Toledo). Hay los carroñeros, enormes ombligos de sí mismos (García)
que exudan angurria y desprecio desde la cuenca misma de sus entrañas
corrompidas, torrentes tóxicos de aguas servidas que violentan el suelo y
subsuelo geo-social a través de una red oscura de drenajes y pendientes
que atraviesan todo el sistema judicial, que devuelve sus armas a la
escoria del penal, narcos y asaltantes engordando en su camal, animales
que se comen a otros animales, a los de buen vivir. Carroñero mayor,
desde su hiperinflación, masacre penal, masacre nativa, masacre colosal.
Toda una vida de mal arado para cosecharnos, desprevenidos.
Pero hay
los carroñeros estacionales, no les gusta trabajar, aparecen cada 5 años
a reclamar víctimas de su legado (Keiko). Sonrisa educada en el campo
(de concentración) de su padre. Esconde mueca atravesada en el paraje
desértico donde los muertos que “menos-mataron” están apilados para
siempre y sin descanso por la permanente negación de la verdad del
cambio climático y de los delitos que pudren a su imagen y semejanza en
la Diroes.
El Perú ya no soporta los dos grados de elevación de temperatura
pronosticados. El agujero en la capa de ozono y en la chalina verde de
Villarán sufre de estrés hídrico pos-traumático con aridez ética debido a
la urrestización defensiva de las barreras de derechos y los diques
implosionados por el asesinato al periodista Bustíos. Nos ahogan los
gases de efecto invernadero de los establos de ganado plagiado: Anel
Townsend, Marisol Espinoza, Iberico, Lay y Beatriz Merino (otra vez
mostrando los dientes blancos al capital, como cuando traicionó a los
nativos desde su puesto con aire acondicionado en la Sociedad de
Hidrocarburos, colosal cuerpo de emisiones contaminantes de CO2 y
lobbies de políticas metano, lluvia ácida para el desarrollo nacional.)
Prevención y mitigación es la única solución: “Según Rodríguez et al.
(2001) los patrones de conectividad en las cuencas que corresponden al
capitalismo puro (cada uno por sí mismo) y al socialismo puro (todos
iguales) son deficientes en el uso de energía; el sistema óptimo integra
la heterogeneidad local con un orden igualitario”, John Earls, físico y
antropólogo peruano. En abril cae el diluvio.
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