Internet y política
Poca atención han prestado los analistas políticos a los efectos revolucionarios que pueden producir las nuevas tecnologías de la información puestas masivamente en manos de la gente. Gracias a ellas todos o casi todos pueden acceder efectivamente a la libertad de expresión que en los medios tradicionales (radio, prensa, libros, TV) sólo estaba al alcance de muy pocos. En todo caso, pocos producían los sentidos y las orientaciones sobre el mundo, la vida y la política que todos consumían sin poder expresar sus acuerdos o sus discrepancias. La comunicación tradicional es unilateral y vertical mientras que la comunicación inalámbrica (Internet y celular) es interactiva y horizontal. En el ciberespacio ambas se encuentran, dialogan, se ponen de acuerdo y discrepan. Muchos utilizan Internet para expresar lo que les sale de los forros sin deseo de comunicarse con nadie.
Castells (Comunicación y Poder) cita una investigación que muestra que el 52% de la gente escribe para sí misma en sus respectivos blogs en una especie de autismo electrónico.
Internet no sólo es un espacio puro de libertad. Como la vida misma que reproduce en el nivel global, en él se desarrollan procesos complejos de dominación y de liberación, de opresión y de autoexpansión del yo, de compras y venta, de negociaciones y de conflictos. “Los dueños de las redes empresariales multimedia globales (…) son sin duda los que ostentan el poder de la sociedad red porque programan la red fundamental: la metarred de redes de comunicación, las redes que procesan los materiales ideacionales con los que sentimos, pensamos, vivimos, presentamos nuestras ideas y luchamos”. Los consumidores pueden elegir ciertamente dentro de productos predefinidos, pero “la autocomunicación de masas, que aumenta la capacidad de que nosotros, la audiencia, produzcamos nuestros propios mensajes, potencialmente desafía el control empresarial de las comunicaciones y puede cambiar las relaciones de poder en la esfera de la comunicación”.
Los movimientos contra la globalización capitalista se han construido en las redes de Internet. En éste y en el de los celulares se han librado y ganado en corto tiempo grandes batallas políticas que en los medios tradicionales ya se consideraban perdidas. Castells analiza, entre otros temas, dos casos (la elección de Rodríguez Zapatero en España y la de Obama) y atribuye su éxito a la extensión de la comunicación inalámbrica que genera movilizaciones políticas espontáneas y cambia las relaciones de fuerza política. En el caso de España, un joven universitario de Madrid, casualmente informado de la investigación policial que encontró como responsable al grupo terrorista de Al-Qaeda y no al ETA como sostenía Aznar y el gobierno para asegurar su triunfo electoral, difundió a un grupo de amigos el informe policial, estos lo retransmitieron hasta formar una red extensa que dio origen a grandes movimientos de protesta en diversas ciudades de España, elevó la participación de electores y desplazó a los jóvenes profesionales hacia la opción socialista dándole la victoria.
A partir de la investigación de un economista norteamericano de la Universidad de Georgetown sobre el impacto del celular en las informaciones del mercado, Richard Webb ha formulado (El Comercio) una hipótesis aguda sobre el comportamiento político de los campesinos peruanos. Webb sostiene que, gracias al celular, los campesinos peruanos de la sierra han roto probablemente el triángulo sin base (de Julio Cotler) cuyo vértice (el poder local) impedía la comunicación entre ellos para mantener su dominación y han establecido las comunicaciones necesarias para la acción colectiva. Bagua y otros movimientos de protesta de los últimos años confirman la hipótesis de Webb. Las elecciones del 2011 la reconfirmarán, sin duda.
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