Por Diego García-Sayán
Capturada por la Dincote en una vivienda de Lince en mayo de 1996, luego de intenso seguimiento y de comprobarse sus contactos con dos mandos senderistas del Comité Metropolitano de Lima y el propio camarada Feliciano, la ciudadana japonesa Kazue Yoshimura fue finalmente detenida. Como militante del autodenominado “Ejército Rojo Japonés” estaba buscada desde los 70 por un ataque con granadas en un aeropuerto israelí (1971) y un secuestro de diplomáticos en Holanda (1974).
Pero en el Perú Yoshimura también andaba “en algo”. Según la PNP, desde 1994 ingresaba regularmente con documentación falsa para entablar contactos con SL. Llegó, incluso, a solicitar su residencia en 1995 presentándose como niséi ecuatoriana. La Dincote tenía la cosa muy clara: fue detenida para ser puesta a disposición de la justicia para ser procesada por terrorista en la modalidad de “colaboración”, para lo cual la ley preveía una pena de 20 años.
A pesar de estos antecedentes, el gobierno de Fujimori la expulsó irregularmente al Japón a los pocos días. No importó que pesaran contra ella serias acusaciones por delitos cometidos en el Perú. Se impidió, así, la acción de la justicia. Yoshimura fue luego condenada en su tierra a una pena leve y prontamente liberada. Hasta donde se conoce este es el único caso comprobado de una “liberación de terrorista” en el Perú.
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