Hoy que se entrega a radio La Voz de Bagua el Guardian Journalism Award 2010, concedido por la organización británica Index on Censorship, debiera ser una nueva oportunidad para que todo el periodismo peruano proteste por el cierre arbitrario de este medio, lo cual constituye una mancha inexcusable del gobierno del presidente Alan García contra la libertad de expresión, un fundamento supremo de la democracia y de una sociedad libre.
La Voz de Bagua fue clausurada por el ministro Enrique Cornejo en el contexto de la tragedia de esa ciudad aduciendo infracciones administrativas que en realidad eran la coartada de un gobierno que tiene muchas dificultades para tolerar la crítica y la discrepancia, especialmente en situaciones complejas como la que se produjo en la selva peruana hace un año.
El Instituto Prensa y Sociedad (Ipys), en cuya sede se entregará el premio esta noche, ha elevado su protesta contra esta prepotencia del gobierno del presidente García, la cual ha sido acompañada por instituciones como el Consejo de la Prensa Peruana y algunos medios de comunicación del país.
Tengo la sensación, sin embargo, de que esta arbitrariedad inaceptable contra La Voz de Bagua no ha sido bien calibrada en el país ni, incluso, en la propia comunidad periodística peruana, acaso porque se trata de un medio del interior o porque algunas casas editoriales creen que solo merecen su defensa las situaciones que coinciden con sus intereses o posiciones.
Nada más absurdo y vergonzoso que eso. El derecho a expresarse constituye un fundamento de una sociedad libre que debe ser defendido frente a cualquier tipo de poder que pretenda recortarla y hasta, incluso, frente a los propios periodistas y empresarios de esta actividad que solo levantan la voz cuando sienten afectados sus intereses o su bolsillo.
Esto ocurre en un contexto en el que, como viene sucediendo en varios países de la región, se amenaza a la libertad de expresión con formas que no por sutiles dejan de ser peligrosas. Desde el intento gubernamental por controlar América TV usando al prófugo José Enrique Crousillat como Caballo de Troya, hasta los juicios crecientes contra periodistas como arma para acallar sus investigaciones, siendo el más reciente el planteado contra Daniel Yovera por una persona denunciada en el escándalo de Comunicore, el cual también afecta al candidato presidencial Luis Castañeda.
Todas estas situaciones deben producir un cierrafilas en todo el periodismo peruano, y no como viene sucediendo con demasiada frecuencia, para vergüenza del oficio y del gremio, en función de la conveniencia particular.
Augusto Alvarez Rodrich
No hay comentarios:
Publicar un comentario