sábado, 2 de mayo de 2015

TÍA MARÍA: EL PERÚ SE NOS PUDRE

Por Claudia Cisneros Y es culpa de los políticos. Es culpa de los angurrientos empresarios. Y es culpa del modelo neoliberal que ha colocado la ganancia, el dinero, el lucro por encima de cualquier cosa y de todo. Por encima de las personas, por encima de los valores, por encima de la calidad y la cualidad. Todo lo que no pueda cuantificarse no sirve, es accesorio o absolutamente secundario cuando no prescindible. Incluyendo las personas, incluyendo la educación de calidad, la cultura, incluyendo el ejercicio de la justicia. Ese modelo todo lo corrompe: el ejercicio de la política,  el ejercicio del control policial y judicial, el ejercicio del libre mercado. El Estado de Derecho y hasta la democracia son prescindibles si obstaculizan la generación de dividendos. Si no sirven para asegurar los dineros de los poderosos y el poder de los adinerados, entonces se atropella, se aplasta o se aniquila.
Lo de Tía María es solo un capítulo más de una historia que se viene repitiendo una y otra vez en los principales conflictos sociales: el empresario angurriento y prepotente; el gobierno presionado (o que se deja presionar) y que se pone del lado de la empresa; la desconfianza de la población por el sesgo habitual del gobierno en su privilegio a la empresa; el paro unos días; el bloqueo luego de la sordera e insensibilidad social del gobierno; la represión, la brutalidad, los detenidos, los heridos y finalmente los muertos. Siempre llegamos a los muertos, a la indignación, a las investigaciones que no llegan a ninguno de los lados a los que realmente tienen que llegar, las responsabilidades políticas y penales de gobernantes y autoridades (como en Bagua).
Es no solo ridículo, como ha dicho Marco Sifuentes (http://bit.ly/1GvGVwZ), sino desalentador, agotador, suicida, lesivo para el país, para la paz social, para la maldita política. Porque la gente queda cada vez más harta, hastiada y asqueada. Y los gobernantes, ministros, policías, jueces y fiscales cada vez más desprestigiados. Y eso lesiona la misma fibra de la democracia, el tejido mismo de la sociedad. Eso nos está pudriendo por dentro.
Un corrupto policía (que responde a un alto mando ¿policial o empresarial?) ‘sembrando’ a un agricultor con un arma para que un corrupto periodista de planta o a destajo) tome una foto amañada y un corrupto diario (siempre ultraderechoso) la use para criminalizar la protesta, para tildar a los manifestantes que están en contra del proyecto de terroristas. ¿Cuántas veces habrá pasado sin ser registrado en video? ¿Cuántas veces ese y otros medios, la policía, el gobierno, la empresa interesada habrán propiciado, sino pagado, para ejecutar estas despreciables manipulaciones?
¿Hasta dónde quieren? ¿La clase política y dirigente es tan cínicamente ciega que no se da cuenta de lo que está gestando? ¿De qué sirven las grandes cifras macroeconómicas sin derechos, sin justicia o paz social? ¿De qué sirve un gran proyecto de inversión que ha nacido muerto por la pésima reputación de la empresa que promete lo que la gente sabe que no cumplirá y que el gobierno quiere imponer a balazos? ¿De qué sirve el crecimiento del país si un humilde agricultor puede morir asesinado con una bala policial como si su vida fuera prescindible solo por defender su mínimo sustento de vida, sus cultivos que siente amenazados? ¿Es que no se dan cuenta o quizás, me inclino por creer esto, les importa tres carajos? Quizás, y me inclino por pensar esto, a esos empresarios solo les importa hacer dinero aun cuando cueste vidas, paz social, conflicto, atropello, abuso o asesinato. Solo les importa asegurar la mayor ganancia, al menor costo de inversión, a través del poder político en turno. Y al poder político de turno solo le interesa asegurarse la mayor ganancia posible en el poco tiempo asegurado en el cargo. Y en el medio quedamos todos nosotros, a merced de la ambición desmedida por el dinero, por la ganancia a costa de sangre. Están gestando un horrible, terrible, abominable monstruo que nadie, nadie quiere volver a ver. No sean imbéciles.