Desde que Fernando Belaúnde volvió a entregar los diarios y canales de TV a unos cuantos oscuros, pero millonarios, individuos, la libertad de prensa desapareció en el Perú y se instauró nuevamente la libertad de empresa en el ámbito periodìstico. La idea de los militares revoluciconarios, con Velasco a la cabeza, y contenida en el Plan Inca, era que los grandes medios de comunicaciòn estuvieran en manos de las más diversas organizaciones sociales, representantes de la mayor parte de la poblaciòn peruana. Belaúnde, presionado por el poder econòmico que había financiado su campaña, prefirió devolver los medios a sus antiguos dueños, que por el solo hecho de contar con dinero en abundancia, tenìan derecho a manejar la opinión pública del país según sus intereses de clase.

De allí nace la prensa nauseabunda que tenemos hasta hoy, uniforme, verdadera escuela del crimen y de la violencia, pues cada día se solaza presentando historias e imàgenes truculentas. Unos empresarios que utilizan a periodistas mediocres, hipócritas, mercenarios y sin principios, para lograr que los maestros sigan arando en el mar, y que la población sea idiotizada y robotizada para no reclamar por sus derechos, ignorando los agudos problemas de carácter nacional. Así, en la última campaña, estos empresarios de la prensa pretendieron obligarnos a elegir, primero a Toledo, luego a Castañeda, después a PPK y, finalmente, a la abominable Keiko. Pese a recurrir a la mas sucia guerra mediática, no lograron su objetivo porque se interpuso LA PRIMERA. Un solo diario que defendìa los intereses populares venció a todos los periódicos , canales de TV y radios que movilizó la CONFIEP.

¿Qué ocurriría si el pueblo peruano tuviera, por lo menos, un canal de TV para luchar por los objetivos nacionales de auténtica democracia con justicia social, desarrollo e inclusión social ? La tarea de hoy es, entonces, enfrentar, de una vez por todas, la dictadura mediática que ejerce la CONFIEP, a través de su inquebrantable sistema de avisaje.