martes, 28 de febrero de 2012

EMPIEZA LA ERA POSTAPRISTA EN EL PERU

¿A qué seguir llorando sobre la leche derramada? Después de casi 30 años del suicidio de IU no podemos continuar con estas jeremiadas. Hay que mirar el futuro, inmediato y mediato, y el nuevo mapa polìtico que aparece en nuestro país con el harakiri del Apra, ese partido convertido en mafia que siempre fue el principal obstáculo para el avance del pueblo peruano hacia la toma del poder.

A diferencia de otras ocasiones en que el Apra moribunda parecía ir irremisiblemente hacia su desaparición - víctima de las persecuciones, prisiones y destierros, por obra de dictadores y de la DOBA (derecha ociosa, bruta y achorada) - , hoy este partido está en los estertores de una muerte definitiva, destrozado por sus propios líderes y jefes. Esa es la diferencia y la razón por la que el Apra llegó a su fin, sin esperanza de resurrección. Se ha cumplido la profecía de su jefe y fundador, quien afirmaba en un discurso que la corrupción y la pasión por las riquezas materiales, antes que sus enemigos polìticos, acabarían algún día con el gran movimiento aprista.

El nuevo escenario se presenta con la traición de Humala y la virtual desaparición del Apra. Ingresamos a la nueva era postaprista y el deber de todos los izquierdistas, progresistas y verdaderos nacionalistas, es trabajar para aglutinar fuerzas con miras a organizar al pueblo para conquistar el poder por la vía democrática. Es preciso cambiar estrategias, buscar líderes fogueados en las luchas sindicales y populares, principalmente en provincias, lejos de los cenáculos limeños cuyos concurrentes solo saben hablar, pero carecen de experiencia en la conducción de las masas. Tiene que haber una renovaciòn de cuadros y la aparición de lìderes jóvenes, no traumatizados por hegemonismos y sectarismos, males endémicos de la izquierda peruana.

Parafraseando a Becquer, digamos llenos de optimismo: "Podrá no haber revolucionarios, pero siempre habrá Revolución".

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