domingo, 31 de julio de 2016

MASIFICAR EL GAS: EL EJEMPLO BOLIVIANO

 

Como en Bolivia, el Estado debe decidir sobre el destino de la molécula del gas de acuerdo a un Plan Energético de Largo Plazo.

Refinería de gas en Bolivia

Hhumberto Campodónico
Otra Mirada

Las licitaciones para la masificación del gas natural destinado al consumo domiciliario e industrial en varias Regiones y ciudades del Norte y del Sur nos dicen a las claras que es necesario que el Estado peruano pueda decidir sobre el destino de nuestros recursos naturales, como lo demuestra el caso de Bolivia, que también reseñamos en este artículo.

Estas licitaciones para las concesiones en las ciudades las realizó Proinversión en julio del 2013 y, de acuerdo a las bases, los ganadores debían recibir el gas en octubre del 2015. Debe quedar claro que estas empresas no producen gas natural, sino que lo reciben del proveedor.

¿Quién es el proveedor? La empresa Perú LNG, que recibe gas del Lote 56 de Camisea y produce Gas Natural Licuado (GNL) en su planta de Pampa Melchorita (Cañete). Este GNL se lo entrega al comercializador, que es la empresa Shell. Los camiones cisterna van a Pampa Melchorita a recoger el GNL para llevarlo hasta los centros de consumo.

Sucede, sin embargo, que estamos a julio del 2016 (10 meses después de la fecha acordada, octubre del 2015) y el LNG aún no llega a las ciudades. Los principales perjudicados son los consumidores y, también, los concesionarios que han realizado ya una parte de la inversión necesaria para la puesta en marcha de la infraestructura. Veamos.

En julio del 2013 Proinversión licitó la concesión de distribución de gas natural para Lambayeque, Chiclayo, Pacasmayo, Cajamarca, Trujillo, Chimbote y Huaraz. La licitación la ganó un consorcio formado por Promigas (Colombia, 75%) y Surtidora de Gas del Caribe (Colombia, 75%). El consorcio se ha comprometido a poner 150,137 conexiones domiciliarias en las 7 ciudades hasta el 2023, con una inversión estimada de US$ 142 millones.

En julio del 2013 Proinversión licitó la concesión para Arequipa, Moquegua, Ilo y Tacna, que fue ganada por Gas Natural Fenosa (España, 100%). La empresa se comprometió a poner 64,000 conexiones domiciliarias en las 4 ciudades hasta el 2023, con una inversión estimada de US$ 60 millones.

Para que todo esto sea realidad, PERU LNG debía realizar una inversión de US$ 15 millones para construir un cargadero en Pampa Melchorita que permita el llenado de 19,2 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) de GNL a los camiones cisterna a con una inversión de US$ 15 millones.

Como se sabe, actualmente PERU LNG – a través del comercializador Shell- exporta 620 mmpcd de GNL, principalmente a México (el 70%) y el resto a otros destinos. Por tanto, esta venta de 19 mmpcd de GNL (solo el 3% de la cantidad exportada) sería la primera venta destinada al mercado interno.

El compromiso original de PERU LNG era que el cargadero debía estar listo en octubre del 2015. Esto seguramente fue acordado con Proinversión antes de julio del 2013, para que se pueda lanzar la licitación. Pero sucede que PERU LNG ha venido postergando durante meses la inversión de US$ 15 millones que debía realizar. Primero dijo que la causa de la demora fue “la contratación de una empresas constructora que no tenía las espaldas financieras para realizar el proyecto” (El Comercio, 11/06/2015). En febrero del 2016 dijeron que “no hay ningún retraso porque no existe un calendario establecido para la entrega de las instalaciones” (El Comercio, 03/02/2016).

La cuestión es que recién el 15 octubre del 2015, PERU LNG firmó el acuerdo con Shell para el procesamiento de los 19.2 mmpcd para el mercado interno (según información de Equilibrium, Clasificadora de Riesgo, abril 2016). Ocho días después, el 23 de octubre, PERU LNG firmó con la empresa Cobra Perú un contrato para la ingeniería, diseño y construcción del cargadero de GNL.

Esto quiere decir que pasaron 27 meses desde la licitación de julio del 2013 hasta que en octubre del 2015, la empresa PERU LNG decidiera comenzar a construir el cargadero. En el interín, las empresas que ganaron la licitación comenzaron la inversión en las ciudades, lo que causó gran satisfacción en la población, las industrias y los automovilistas.

Pero los camiones cisterna no llegaron en octubre del 2015. Se dice ahora que van a llegar en el Primer Trimestre del 2017. ¿Quién paga el lucro cesante de las empresas concesionarias, que no recibieron el gas? ¿Quién les devuelve a los consumidores el mayor gasto que están realizando porque tienen que seguir comprando combustibles más caros?

La respuesta es NADIE. Para PERU LNG ese problema no es su responsabilidad. ¿Por qué? Porque ellos son los dueños de la molécula del gas. Ellos deciden a quién, dónde y cuándo le venden el gas, si es que les conviene. Y han hecho caso omiso de las fechas establecidas en las licitaciones que realiza el Estado a través de sus instituciones.

No sucede lo mismo en Bolivia, donde la estatal YPFB acaba de anunciar la semana pasada que le va a vender GNL a la empresa peruana Energigas por un total de 38 toneladas. Energigas tiene camiones cisterna y va a vender este GNL, sobre todo, a estaciones de servicios en Puno y otras zonas.(1)

Miren la diferencia: en marzo del 2013 YPFB suscribió un contrato con Sener y Ros Roca para construir una planta de LNG de 210 TM/día por un total de US$ 205 millones. Esa planta de LNG boliviana –que alimentará camiones cisterna- va a complementar todo el Plan de Masificación de GNL en Bolivia a zonas más alejadas, que ya llega a 2’ 500,000 hogares –de una población de 10 millones- con una inversión de US$ 800 millones (2). Esa planta de GNL ya está lista –mientras que el “cargaderito” de Peru LNG arrastra los pies-. Corolario: ahora Bolivia le vende GLN al Perú. ¿Por qué? Porque el Estado boliviano es el dueño de la molécula y decide cómo, cuándo y dónde utiliza la molécula. Por eso.

Volvamos al Perú. El caso de Perú-LNG es solo uno de tantos. Está también la garantía de la oferta de gas para el Gasoducto Sur Peruano. Y la construcción de un ducto de GLP de Pisco a Lurín para tener seguridad en el abastecimiento y ya no depender de los buques que lo llevan al Callao y no pueden entrar por “mareas anómalas” (volveremos sobre ello en otros artículos).

Esto no debe continuar. Como en Bolivia, el Estado debe decidir sobre el destino de la molécula del gas de acuerdo a un Plan Energético de Largo Plazo, en donde se inscriben los cambios en la matriz energética que necesita el país. Los intereses de los privados no necesariamente coinciden con ello. Y eso es lo que se demuestra en este caso con las demoras de PERU LNG (solo uno de muchos). Es el tiempo de la soberanía y de la puesta en marcha de un verdadero Plan de Masificación Nacional de consumo de gas natural para que este llegue a millones de hogares, lo que no sucede ahora. Hay todavía mucho camino que recorrer.