viernes, 26 de diciembre de 2014

FRANCISCO: ¿UN PAPA REVOLUCIONARIO?




EL PAPA FRANCISCO DIJO:

"Piensen en una madre soltera que va a la Iglesia o a la parroquia, y le dice al secretario: QUIERO BAUTIZAR A MI HIJO.
y el que le atiende le dice: No, no se puede, porque Ud. no se ha casado...
Tengamos en cuenta que ...esta madre tuvo el valor para continuar con un embarazo, y ¿con qué se encuentra? Con una puerta cerrada!
Y así, si seguimos este camino y con esta actitud, no estamos haciendo bien a la gente, al Pueblo de Dios.
Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral!
“QUIEN SE ACERCA A LA IGLESIA DEBE ENCONTRAR PUERTAS ABIERTAS Y NO FISCALES DE LA FE".
"Necesitamos santos sin velo, sin sotana. Necesitamos santos de jeans y zapatillas.
Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos.
Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad.
Necesitamos santos que busquen tiempo para rezar cada dia y que sepan enamorarse en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.
Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo.
Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales.
Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo.
Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod.
Necesitamos santos que amen la Eucaristía y que no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos.
Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte.
Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros.
Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos".
Esos tenemos que ser nosotros!!!

domingo, 14 de diciembre de 2014

EN EL PERÚ, CALLAR ES SER CÓMPLICE

Palabras del periodista y escritor peruano Alfredo Pita durante la presentación de su novela “El rincón de los muertos” en la Maison de l’Amérique Latine, en París, el 5 de diciembre último.
Alfredo Pita

 Empecé a moverme en los territorios de la literatura como todos, oyendo historias, leyendo. Desde muy temprano, mis familiares pusieron en mis manos libros que formaron mi imaginación y me dieron la palabra, el instrumento expresivo que todos usamos, pero que en el caso del escritor es su instrumento de trabajo.

También los míos hicieron que muy temprano, niño aún, me topase con gente que leía libros y los degustaba, y que hasta escribía literatura. En la casa de mi padre conocí no solo a jóvenes revolucionarios dispuestos a todo por cambiar el inicuo orden de cosas peruano, sino que también incursionaban en la poesía y el relato.

Así, sin haber llegado a los diez años, y redondeando apenas la imagen en mi cabeza, intuí que la búsqueda de la belleza y de la justicia podían ir juntas.

Más tarde, a los 17 años, me ocurrió algo extraordinario. En la ciudad del norte del Perú donde vivíamos, se realizó, en 1966, un Encuentro Nacional de Poetas Peruanos, al que acudieron los vates más importantes y prestigiados que había en el país. Con algunos de ellos en el jurado, se organizó un premio al poeta joven de la región y me lo concedieron. Aún no era adulto, había recibido un premio alentador y, como si fuera poco, ya era amigo de los poetas que más leía y admiraba. ¿Qué más pedir?

Esta fue mi verdadera escuela, como más tarde lo fue el contacto con viejos y prestigiados periodistas. Pero fueron los escritores los que marcaron mi destino. En adelante, en forma constante y reiterada, y sin que yo me lo propusiera, la vida me pusoen el camino de escritores trascendentes que me dieron su amistad y su apoyo. Hoy quisiera hablar en particular de uno de ellos, de José María Arguedas.

Frecuentarlo fundó y consolidó mi vocación y mi aprendizaje en el terreno creativo y literario, pero también recibíde él una visión ética de la sociedad y de la vida, lo que me llevó de vuelta a mis primeras intuiciones, aquellas queme decían que mejorar la vida pasaba por la creación y la belleza, pero no sin la equidad y la justicia.

Poco antes de que pusiera fin a sus días, Arguedas había recibido un premio y, al agradecerlo pronunció un discurso, cuyo titulo es: “No soy un aculturado”.

En resumen, el viejo maestro nos pedía a los peruanos que no nos dejáramos alienar, que no permitiésemos que las fuerzas dominantes nos despojasen de nuestro ser esencial, que siendo en su óptica de raíz andina, se nutre evidentemente de nuestro complejo y rico cruce cultural. La alienación, ese inveterado mal peruano, es eso: el dejar de ser uno mismo por la imposición de la cultura dominante.

Una década después de su muerte, el Perú vivió una etapa de atrocidades, la peor sangría de su historia. En quince años, la guerra interna, el enfrentamiento entre el ejército y el senderismo, mató al menos a 75.000 personas, a más peruanos que todas las guerras que el país ha sostenido con sus vecinos. Y una constatación abruma porque es una evidencia descarnada: la inmensa mayoría de víctimas fueron campesinos quechuahablantes, víctimas inocentes del fuego cruzado de los terrorismos.

Y todo esto para que nada cambie. Hoy, los dueños del país nos dicen que hemos entrado en una etapa de bonanza y piden sacrificios a la gente en nombre de un espejismo que no engaña a nadie, salvo a quienes quieren dejarse engañar en Lima con los abalorios del consumismo. Tras la guerra y las atrocidades ahora tenemos la destrucción del medio ambiente, de la naturaleza, del habitat de las comunidades campesinas, en nombre de un modelo que refuerza la explotación y la alienación de la que hablaba Arguedas.

Como en las peores épocas coloniales, al Perú se le asigna, hoy más que nunca, el papel de proveedor de metales preciosos y estratégicos, de petróleo y de madera. Se nos ratifica en nuestra condición de país primario exportador, de pieza menor en la maquinaria subalterna de las economías dominantes, y esto a costa de la destrucción del territorio y del envenenamiento por siglos de las montañas y las selvas, de los espacios de vida del peruano de hoy y de sus descendientes, de los que aún no se han refugiado en Lima, en esa úlcera tentacular que inconsciente e irresponsablemente chupa la sangre de todo el país sin saber cuál es su propio destino.

José María Arguedas y otros maestros que he tenido me enseñaron una ética de la palabra, pero también una visión responsable, política, frente a la vida. Quienes estamos en capacidad de usarla palabra debemos hablar en nombre de quienes no pueden hacerlo. En países como el Perú nuestra voz no nos pertenece sólo a nosotros.

En este sentido, en este momento, cuando los campesinos de Cajamarca, mi región, marchan hacia la capital para hacer oír su voz ante la conferencia internacional de las Naciones Unidas sobre el clima (COP20), reunida en Lima, yo no puedo callar.

El clima está siendo destruido por el sistema egoísta, irracional y contaminador que devasta la vida de las comunidades de mi país y de otras partes del mundo.

Yo no quiero ser un cómplice y guardar silencio frente a los crímenes que cometen los gobernantes peruanos y la élite a la que sirven traicionando a quienes los eligieron.

Cuando la injusticia y el latrocinio se enseñorean en mi país y destruyen las bases mismas de la vida de la gente humilde, yo no puedo callar. Cajamarca tiene mil veces razón.

Hay un nuevo colaboracionismo en países como el mío, donde se aplasta a las poblaciones en nombre de un frenesí productivo que es el extractivismo irracional y sin límites al que ya he aludido, que apunta a un desarrollo que nunca llegará, mientras se destruye a la naturaleza y a los habitantes, en tanto que en la capital el grueso de los intelectuales prefiere el silencio. Yo no quiero callarme frente a este abominable orden de cosas. Yo no soy un colaborador del nuevo colonialismo.

No quiero ser cómplice y deseo expresarlo en esta ocasión, al tiempo que ratifico que voy a continuar con mi trabajo de escritura, que voy a seguir desarrollando mis historias con la más absoluta libertad creativa, pero sin perder de vista que soy un hombre con responsabilidades, un ciudadano consciente, no un simple manipulador de palabras, dócil ante el mercado o ante las señales que me envían los poderosos que lo controlan.

Alfredo Pita
Colaborador

miércoles, 3 de diciembre de 2014

11% DE CHILENOS QUIEREN DAR MAR A BOLIVIA. OLIGARQUÍA SE OPONE



Asegura político del país del sur en conversatorio sobre el tema en Lima.

Muchos chilenos quieren dar a Bolivia salida al mar

Lo que hasta hace pocos años era un imposible hoy es una realidad. Según el político chileno Ricardo Jiménez, un sector significativo de la opinión pública de su país favorece el otorgamiento de una salida soberana al mar para Bolivia.

Citó encuestas en las que 11 por ciento de sus conciudadanos están de acuerdo con esa solución al viejo diferendo, lo que evidencia que “hay un cambio de actitud en ese sentido”.

En un evento sobre el tema, organizado por el Capítulo Perú de la Articulación de Movimientos Sociales hacia el Alba, efectuado en la Comunidad Andina de Naciones, el sociólogo Jiménez, miembro del Partido Progresista del ex candidato presidencial Marco Enriquez-Ominami, expresó que es de justicia que Bolivia logre por alguna zona de Chile una salida al mar.

“Es un hecho inédito que por primera vez la opinión pública de Chile reclame una solución para Bolivia que según mi criterio tiene una dimensión política” que no ha sido posible porque “la oligarquía chilena se apropió del Estado y de la política exterior aplicando una política excluyente en lo interno y de expansión y saqueo de los países vecinos en lo internacional, ligada a intereses foráneos”.

POLÍTICA OLIGÁRQUICA
 
Jiménez explicó que en doscientos años de independizarse de España solo tres presidentes aplicaron en su país una política diferente. “Primero O`Higgins, compañero de San Martín y Bolívar quien se opuso a la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y que fue derrocado y exiliado en el Perú, donde murió”.

Mencionó asimismo a José Manuel Balmaceda que en 1880 “fue derrocado por la oligarquía chilena por pretender desligarse del imperio británico que se había apoderado de los campos salitreros, y el presidente Salvador Allende que tuvo un fin parecido. Esta oligarquía expansionista estuvo no solo contra Perú y Bolivia sino también contra el pueblo mapuche que O`Higgins había reconocido”.

ACERCAMIENTO
 
Según Jiménez, el cambio de actitud de los chilenos comenzó cuando en 2006 el presidente Evo Morales se entrevisto con la presidenta Michelle Bachelet, ambos en su primer gobierno, y por primera vez en Chile se escucharon las voces de nueve mil personas gritando “mar para Bolivia” en un acto al que asistió Morales.

“Somos testigos de cómo han ido creciendo estas voces tanto entre los políticos, congresistas como Camila Vallejo, rectores de universidades y muchos otros. Incluso hay un documento en Internet con el titulo de ‘El Chile que quiere mar para Bolivia’”.

“Nuestro candidato Marco Enriquez-Ominami, que tiene grandes posibilidades, según las encuestas, de llegar a la presidencia en las elecciones del 2017 se ha pronunciado en el mismo sentido anotando que se tiene que dar una solución política a este tema que es de principio, claro que la reacción de la oligarquía es feroz”.

DEMANDA EN LA HAYA
 
Por su parte el embajador de Bolivia en el Perú Gustavo Rodríguez Ostria enfatizó que no pretende buscar militantes para su causa sino que su interés es que se conozca su posición en busca de que Chile cumpla los compromisos asumidos y negocie en firme y en corto plazo una salida soberana de Bolivia al mar.

Recordó en 1904 se firmó un Tratado de Paz y Amistad por el cual Bolivia perdió 400 kilómetros de costa y 120 mil kilómetros cuadrados de territorio, particularmente donde se encontraban las salitreras y las minas de cobre que hoy son el principal sustento de la economía de Chile.

“Posteriormente y en tres oportunidades desde 1948, autoridades chilenas prometieron conversar sobre un acuerdo para una salida al mar para Bolivia pero no cumplieron, ese es nuestro pedido ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que Chile cumpla con ese ofrecimiento. Es falso que pretendamos desconocer el Pacto de 1904 o modificar el Tratado.”

El diplomático señaló que su demanda ante la Haya se basa en el Pacto de Bogotá de 1948 según el cual,los países latinoamericanos firmantes pueden apelar al citado Tribunal Internacional para resolver controversias entre ellos.

“Una negociación no es un acto inamistoso ni de agresión, lo que buscamos es que Chile se siente con Bolivia a negociar salida soberana al mar. Chile afirma que Bolivia tiene salida al mar por Arica y Antofagasta pero no hay condiciones para el libre tránsito, las autoridades chilenas revisan nuestras cargas e incrementan cobros e impuestos.”

COMUNIDAD HISTÓRICA
 
Rodríguez Ostria manifestó que, de concretarse una salida soberana al mar, se daría una gran integración porque su país tiene importantes recursos de gas, agua y alimentos que servirían para pueblos del sur del Perú y el norte de Chile “pero hoy hay una espina clavada como es la salida al mar”.

De otro lado el historiador Wilfredo Kapsoli enfatizó que el Perú y Bolivia son países milenarios que tienen una raíz histórica común con importantes culturas prehispánicas que ocuparon desde la cordillera hasta el mar hasta que eran sociedades redistributivas que intercambiaban conocimientos culturales, sociales y económicos.

“Para las sociedades andinas el mar es su gran cocha y forma parte de su imaginario”, dijo, además de recordar que los pueblos peruano y boliviano lucharon por su libertad del yugo español y tuvieron héroes como Túpac Amaru y Tupac Katari que pretendieron un regreso a la civilización inca.

El especialista dijo que tanto el historiador de la República Jorge Basadre como el ideólogo socialista José Carlos Mariategui afirmaron que se pasó de un colonialismo español a uno británico y que este se desató, usando a Chile, la guerra contra el Perú y Bolivia para apropiarse del guano y del salitre.

“Tanto en Tarapacá como en Antofagasta habían grandes yacimientos de salitre que servía para fabricar pólvora y como fertilizante, antes de la guerra se exportaban millones de quintales de este producto”, recordó y señaló que, ante medidas nacionalizadoras, Inglaterra lanzó la guerra.

ADEMÁS
 
Kapsoli citó al también historiador Antonio Zapata y su ensayo sobre la restitución de salida al mar para Bolivia por Arica y como serviría para el comercio de Chile, Bolivia y Perú. “Bolivia requiere que se le haga justicia”, remarcó.
 
Denis Merino