El Proyecto Pampas
Verdes, que puede transformar el sur del Perú y fue trabado por afanes
de coima, despierta el interés público.
Se desata un gigante
Parecía descansar en paz, pero su
importancia lo ha devuelto a la actualidad. El 17 de junio de 2012
denuncié en estas páginas lo que titulé “Sabotaje a un proyecto
nacional”. He insistido sobre el tema a propósito de las grandes
inversiones que sí necesita el país. Era la mía una voz clamando en el
desierto.
Beneficios múltiples
•
Generación de 15,000 empleos durante la etapa de ejecución del
Proyecto, la mayoría de los cuales serán para los habitantes de la
Región Ayacucho en áreas severamente afectadas por el terrorismo durante
varios años.
• Generación de ingresos significativos del Canon Eléctrico para las Regiones de Ica y Ayacucho.
•
Creación de grandes reservorios en la Región Ayacucho que estimulará
desarrollo de la piscicultura por la población local, lo que constituye
una actividad mucho más rentable que la ganadería, su fuente principal
de ingresos en la actualidad.
• Facilitará el suministro de electricidad para la población del ámbito del Proyecto que no goza de este servicio.
• La generación de 400,000 nuevos puestos de trabajo en la agricultura de las tierras a irrigarse en Nasca y Caravelí.
•
El desarrollo de nuevas ciudades en el área del Proyecto para alojar a
400,000 familias, lo cual producirá un gran aumento de empleo en la
industria de la construcción y mejores condiciones de vida para muchas
personas en provincias pobres.
• Un aumento de US$2,000 millones en las exportaciones agrícolas del Perú.
• Un aumento sustancial en los ingresos tributarios del Gobierno Central y a nivel local.
Ahora, el tema ha entrado en la etapa
del deshielo. El diario arequipeño Noticias lo ha colocado en primera
plana, Jaime de Althaus ha expuesto en Canal N sus dimensiones y su
proyección. No es para menos.
He aquí los rasgos centrales del
proyecto: frente a los 200 megavatios de la Central del Mantaro, el plan
prevé nueve mil megavatios (cuatro veces más). Frente a la irrigación
de Chavimochic, que fecundó 70 mil hectáreas, Pampas Verdes brindará 218
mil hectáreas (tres veces más). Con un rasgo peculiar: Chavimochic fue
costeada por el fisco; es decir, por nuestros bolsillos, y luego
malbaratado a favor de personajes vinculados al poder político. En
cambio, en Pampas Verdes convertir tierras baldías en suelo floreciente
no costará nada al Estado.
El proyecto beneficiará directamente a
las regiones de Ayacucho, Arequipa e Ica, y así lo han comprendido los
gobiernos regionales respectivos, que lo han hecho saber al Poder
Ejecutivo.
La idea tiene un aspecto positivo adicional. Implica
un paso, un paso gigantesco, en la dirección de la regionalización
transversal, uno de cuyos fines persigue vincular costa, sierra y selva.
Es lo que propuso José Carlos Mariátegui en sus Siete Ensayos y que
está inscrito también en nuestra historia, en nuestro código genético
como nación en germen. Lo mostró el reino de los lupacas, que, antes de
la conquista española, ligó en un todo permanente la altipampa de Puno
con las tierras bajas y el mar de Moquegua.
El proyecto ha sido
elaborado por ingenieros peruanos organizados en Electropampas S.A., con
apoyo en el diseño de ingeniería de Electrowatt Engineering (hoy Poyry
Energy), empresa suiza de talla mundial con más de 40 años de
experiencia en el Perú. Entre sus obras en nuestro país figuran el
diseño y la Central Hidroeléctrica del Mantaro.
El estudio
contempla represar los ríos Caracha y Urubamba en Ayacucho, cuyas aguas
transcurren allí en altura enorme y perpendicular al área del proyecto y
es inaccesible, por eso, a la población.
La idea es crear dos
embalses que permitirán el trasvase de un caudal medio anual de 65
metros cúbicos por segundo a través de los túneles de 31 kilómetros cada
uno, que conducirán las aguas a la vertiente del Pacífico. Esto
permitirá construir cuatro centrales hidroeléctricas (tres en Ayacucho,
una en Ica).
Las aguas serán derivadas luego, explican los
ingenieros, mediante tuberías principales y secundarias y reservorios de
distribución para irrigar desiertos de las provincias de Nasca, región
Ica (109.520 hectáreas), y Caravelí, región Arequipa (108.495
hectáreas). Esos eriales ya están inscritos en Registros Públicos, a
nombre del Estado y reservados para el Proyecto Pampas Verdes, a través
de la Superintendencia de Bienes Nacionales.
Se calcula que los
dos embalses se llenarán en tres años y que en lo futuro habrá
suficientes reservas de agua para soportar hasta tres años de eventual
sequía.
Como se ve, el plan ha sido meticulosamente trazado. Un
aspecto benéfico es que no se causará ningún daño ambiental. Por eso,
sin duda, tiene el apoyo de la población vecina, sobre todo en la parte
alta, donde no es necesario reubicar ningún pueblo y no afectará tierras
de pastoreo.
Tocante al aspecto que podríamos llamar
geopolítico, hemos mencionado ya el aporte que esto significaría para
una regionalización transversal, horizontal, integradora, de nuestra
patria. Un dato adicional enriquece esa perspectiva. Las tierras a
irrigarse tienen una ubicación estratégica. Están atravesadas por la
Panamericana Sur y la Ruta Interoceánica 026 que une al Perú y Brasil y
termina en el puerto de San Juan de Marcona, en Ica, puerto que tiene un
calado capaz de recibir barcos de 300.000 toneladas.
LA PLATA VIENE SOLA
El
dinero para el plan también ha sido previsto. Abarca capitales,
alemanes, españoles y peruanos. Y ha atraído interés brasileño. La
ejecución de las obras requerirá básicamente US$ 3.990 millones (3.432
millones para la parte de trasvase e hidroeléctrica y 556 millones para
la infraestructura mayor de riego). Los proyectistas calculan que la
etapa de construcción durará cinco años.
El proyecto es totalmente privado, sin aval ni endeudamiento del Estado peruano.
Una
persona amiga, enterada de mi interés creciente por esta propuesta,
interés sin trastienda, me dijo: “¡Ojalá que a nadie se lo ocurra pedir
coima! ¡Ojalá que la plata venga sola!”. Yo me adhiero.
En el
legajo documental facilitado por la empresa, encuentro esta carta
dirigida el 28 de mayo del 2013 al ingeniero Percy Guerra, Presidente
del directorio de Electro Pampas, por Jesús Blanco, Director Ejecutivo y
Financiero de Apeironsa Grupo, carta fechada en Madrid:
Asunto: Proyecto “PAMPAS VERDES”
Con nuestro mayor respeto y consideración:
Nos
es grato dirigirnos a Ud. para hacerle llegar nuestro más cordial
saludo y manifestarle nuestro interés en el desarrollo del proyecto
“Pampas Verdes”, al que hemos analizado a profundidad y con
detenimiento, considerándolo de suma importancia para el desarrollo del
Perú; principalmente a las Regiones de Ayacucho, Ica y Arequipa, así
como a las Municipalidades correspondientes.
Pero
mucho más importante, será el impacto que este proyecto tendrá de
manera inmediata sobre miles de personas, por el hecho de disponer de
abastecimiento de agua para el consumo humano, y paralelamente para
regadío de terrenos de cultivo. Lo que cambiará, para mejor, la vida de
millares de familias, mejorando enormemente su calidad de vida e
impulsando su bienestar social y económico.
Estimamos que su
ejecución será de un gran impacto social, económico y energético, dado
el máximo aprovechamiento de los recursos hídricos ya que además
permitirá la habilitación de terrenos eriazos para producción agrícola.
Dada
la importancia de éste Proyecto, es nuestro deseo invertir en el Perú,
manifestándole a Ud. que estamos en condiciones de facilitar la
inversión estimada en $6.070.000. 00,00 (Seis mil millones de dólares
americanos), para lo cual es necesario e imprescindible que se haga
efectiva la venta de dichos terrenos, por parte del Estado Peruano.
Estaremos
a la espera de su confirmación, respecto a la aprobación de la
condición antes mencionada, para establecer personalmente, las
formalidades que sean necesarias hasta hacer realidad tan importante
Proyecto.
Sin otro particular, en espera de su propuesta, nos despedimos de Ud.
Atentamente
Sr. D. Jesús Blanco
Director Ejecutivo y Financiero
Por
otra parte, hace más de un año, el 19 de julio de 2012, el Centro
Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) señaló que el Proyecto
tiene la atención del Consejo de Ministros. Dice una comunicación de esa
fecha.
“Hacemos de su conocimiento que dicho Proyecto se
encuentra incluido en el Plan Bicentenario: El Perú hacia el 2021.
Asimismo, se ha elevado un informe al respecto a la Presidencia del
Consejo Directivo de CEPLAN para dar respuesta al oficio remitido por la
presidencia del Consejo de Ministros.”
El tema ha llegado, pues, a las alturas del poder.
HAY OTRAS INTENCIONES
No
es el único interés que se mueve. Una fuente independiente me informa
que la República Popular China busca hacerse del Proyecto. Propone
comprar todos los estudios y hacerse cargo de todas las obras. Propone
que el Perú tenga el 40 por ciento de las acciones. Los ingenieros
peruanos han rehusado esa oferta. Sé que hay una funcionaria del régimen
que interfiere a favor de los chinos.
La presión sigue. Señal
de que Pampas Verdes es viable, productiva y rentable. Pero ese forcejeo
conduce al retraso de la decisión gubernamental.
Por otra vía me informo de que también un agroexportador fujimorista le ha echado el ojo al plan. Y presiona.
El
retraso, las presiones, los afanes de coima, demuestran hasta que punto
el Perú no tiene un Estado con capacidad de planificar y construir el
futuro.
En ese contexto de afanes corruptos y de presiones
antinacionales, cobra mayor sentido la exigencia de apoyar el esfuerzo
de Pampas Verdes.
En verdad, un Estado real podría hacerse cargo
de la iniciativa. Tiene el dinero para hacerlo. Pero eso no va a ocurrir
con la orientación ideológica y económica actual. Lo impedirían
organismos transnacionales, no solo occidentales.
Entretanto, a
la vista de la crisis global, Pampas Verdes puede brindar a nuestra
economía, a nuestra sociedad, el impulso refrescante de un desarrollo
que mire para adentro.
He reiterado hace poco que no soy
contrario a la inversión privada, extranjera o nacional. Sé que los
inversionistas no son filántropos. Buscan beneficios. Deseable es que,
como en el caso que nos ocupa, no se invierta en condiciones onerosas,
dañinas para la gente y el medio ambiente. Si el Estado no quiere
realizar la obra, que por lo menos fomente y vigile la inversión
provechosa.