AMANDA MEZA
Sí,
te metiste conmigo. Cuando me agarraste de los cabellos y me
arrastraste por el piso, y me dijiste puta, perra, mierda, no dije nada.
Grité. Tenía miedo, sí, de que fueran los últimos momentos de mi vida.
¿Por qué tendría que morir en tus manos? Eso no. Puedo perder la vida de
mil formas, pero jamás en tus manos, porque mi vida no es tuya.
En ese momento no tuve la fuerza suficiente para soltarme, tuve que
aguantar tus gritos y tus golpes. Pero no soy yo la que va a ir
escondiéndose de la gente, la que se va a morir de vergüenza en las
calles, a la que van a escupir e insultar. Tú no sabías que yo no soy
una mujer que se calla.
Te metiste con la persona equivocada, te metiste conmigo y qué pena
por ti. Por cada insulto y cada golpe me vas a ver cada día exigiendo
justicia. Contaré mil veces donde sea necesario lo que hiciste conmigo.
Me pasearé por canales de televisión con tu foto en la mano para que a
nadie se le olvide tu cara ni tu nombre, visitaré a policías y jueces
para demostrar que se equivocaron cuando te dejaron libre.
Esos mismos policías, fiscales y jueces que usan sus cargos para
probar valentía, para humillarnos, para juzgar qué ropa usamos, si
debemos usar o no maquillaje, que nos llaman locas, ridículas, malditas,
que nos dicen que somos culpables y que debemos aguantar los golpes
como si fuéramos sacos de box. Esos, tus cómplices, también serán
nombrados, señalados, hasta que la justicia tenga una cara real, la cara
de la igualdad.
CON TODAS
Me uniré a las otras mujeres que esperan justicia para que jamás, jamás,
tengas un minuto de respiro creyéndote inocente. Para que no hagas lo
mismo a otras mujeres voy a levantar mi voz y va a ser tan fuerte que no
habrá rincón donde no te persiga.
¿Crees que es una venganza? No, no lo es. Solo es una pequeña muestra
de tu odio. A la misma altura, con el mismo peso. Ahora tenemos el
mismo tamaño. Gritamos al mismo nivel. La diferencia entre tú y yo es
que lo hago para que nadie más pase lo mismo que yo, para que otra mujer
no muera.
En el lado derecho de mi rostro siempre llevaré la cicatriz de los
puñetazos que me diste tirada en el piso. Mi rostro no será el mismo,
pero me alentaré cada vez que vea tu cara expuesta en un periódico. Te
llamarán de las mil formas que me llamaste a mí. Y entonces aprenderás
lo que es el miedo.
NUEVA PIEL
Los golpes en el cuerpo se me han borrado, aunque ha brotado en mí una
nueva piel, más gruesa, más resistente. No es para que la puedas tocar.
Es la dignidad que de pronto no sabía que estaba allí la que ha salido.
No tengo miedo de que me vuelvas a buscar si quieres terminar de
vomitar tu odio. Mi vida, que no vale nada para fiscales, jueces ni
ministros ni presidentes, vale más para mí y para otras mujeres con las
que me une tu pésima historia. Matarme no podrás.
Debiste pensarlo antes de insultarme, golpearme e intentar violarme.
Antes de decirme que porque no soy tuya, soy puta; que porque me pongo
una minifalda, quiero que me toques; que porque no hago lo que deseas
tienes que ‘ponerme a raya’; que si acepto tomarme un trago, yo me lo
busqué. Te metiste con la persona equivocada, la que no dejará que te
sientas libre y seguro porque no te lo mereces. Te metiste conmigo, te
metiste con todas. Ahora, aguanta.
P.D. El 13 de agosto habrá una Marcha Nacional contra la violencia
hacia las Mujeres. En redes sociales se le conoce como #13A #NiUnaMenos