sábado, 21 de febrero de 2015

NOS HAN CONVERTIDO EN ADICTOS A LA TV BASURA

Marco Aurelio Denegri

En la España del siglo XVI era tal el hedor y la pestilencia en algunas calles por el amontonamiento de basura que la gente distinguida iba por ellas oliendo una bota o, como se decía entonces, una borracha de ámbar: un recipiente con perfume delicado.

Era tan distinguido semejante uso que el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, no supo regalar cosa mejor a quienes lo protegieron en su destierro.

Según Eberhard Rathge, en la capital del imperio alemán, por ejemplo, todavía en la década de 1870, el enmierdamiento callejero y la consiguiente pestilencia en la capital del imperio era lo normal.

En la España quinientista, la hediondez y la pestilencia callejera no le disgustaban al pueblo y, por el contrario, protestó vivamente cuando se limpiaron las calles.

La razón se explica al tomar en cuenta una perversión que la jerga médica llama cacosmia. Procede del griego kakós, que significa “malo”, y osmé, que quiere decir “olor”. La cacosmia a es la perversión del sentido del olfato en cuya virtud resultan agradables los olores fétidos. A un enfermo de cacosmia, a un cacósmico, le parece fragante lo asqueroso, le parece delicioso lo excrementicio.

EL HOMBRE Y LA BASURA

EL HOMBRE Y LA BASURA

El hombre es el animal que defiende esforzadamente la basura y, entre todos los animales que gustan de ella, es el campeón. Es el que consume y difunde con más ahínco y entusiasmo la basura. Recuerdo que Unamuno decía que el hombre es animal ‘guardamuertos’ y es verdad.

Asimismo, el hombre guarda también basura. La basura lo atrae irresistiblemente. Esto lo demuestran cumplidamente abundantes programas de la televisión comercial.

Aquí un punto importante: la basura es adictiva, y la basura que se produce y esparce diariamente en la televisión es peligrosísima ya que origina una adicción violenta y tenaz.

Los televidentes se acostumbran a la cochinada químicamente pura y a la vulgaridad más atroz. Entonces, para los televidentes embarrarse es una verdadera fiesta; enlodarse, una diversión; y enmierdarse, una vocación y un destino.

En la página 383 de su libro “A trancas y barrancas” el escritor Alfredo Bryce Echenique manifiesta lo siguiente: “Confusión hay por todas partes y cada día más y el hombre parece acercarse a la imagen definitiva de un ser profundamente imbécil que mira cada vez más horas de telebasura y soporta el idiotizador impacto de la angustiosa publicidad sin capacidad de respuesta alguna”.

PROHIBIR UN PROGRAMA

Se ha discutido muchas veces, y se sigue discutiendo, acerca de la conveniencia de prohibir cierta clase de programas y de ejercer algún tipo de control porque se puede caer en la censura. La finalidad, más allá del debate, es detener este alud de basura, prohibir embrutecer a la gente.

Sin embargo, creo que se pasa por alto un hecho fundamental: no se trata de trata de prohibir ciertos programas. Podría uno haber planteado en estos términos la limpieza de la televisión nacional en una etapa anterior, quizá hace 25 años, ahora no.

Ahora el asunto es peor. Ahora rige la cacosmia y ya no se trata de no producir basura porque el día que dejen de hacerlo ocurrirá lo que ocurrió con el pueblo de la España quinientista, que protestó vivamente cuando limpiaron las calles porque se había acostumbrado a la pestilencia.

Aquí la teleaudiencia se ha acostumbrado a la pestilencia. Es una teleaudiencia cacósmica, está enferma de cacosmia. La teleaudiencia está sumamente alterada porque padece de una adicción violenta y férrea a la basura.

Las empresas de comunicación más allá de si quieren o no producir algún programa excrementicio, ya no pueden dejar de producir esa basura porque la gente va a protestar vivamente así como en España antigua.

Si usted limpia la televisión, quita la basura, la gente no va a ver la televisión porque la gente quiere es consumir más basura.

Los términos del asunto hay que ponerlos en su verdadero encuadre: estamos en la era de la televisión cacósmica. No se puede hacer nada distinto en la televisión. El asunto comenzó hace 25 años y ahora estamos en plena cacosmia.

Este problema de la cacosmia es esencial y no creo que se pueda hacer un acercamiento serio al fenómeno de la televisión y a su desquiciamiento sin entender bien esta adicción violenta a la basura. No se trata de dar o no dar basura en la televisión, sino de que ya no se puede dejar de dar basura.
Es un círculo vicioso y no sé cómo se va a salir de esto, es parte de una perversión general de la existencia, la gente termina acostumbrándose a lo nauseabundo.

1 comentario:

  1. Juan Quijano · Mejor comentarista

    Muy acertado su análisis y no se puede negar lo evidente, aquí se refiere a la TV, pero no solo esto se cacosmisado , usando este termino, lo palpamos en la radio, la prensa escrita, la política, los gobiernos y otros campos. Como usted lo dijo en una oportunidad el plan es DARLE MIERDA A LAS MASAS, no solo para desorientarlas sino para embrutecerlas, de ese modo manipularlas . No se dan cuenta, que esto tarde o temprano se volverá en contra de estos poderes facticos.

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