sábado, 2 de mayo de 2015

TÍA MARÍA: EL PERÚ SE NOS PUDRE

Por Claudia Cisneros Y es culpa de los políticos. Es culpa de los angurrientos empresarios. Y es culpa del modelo neoliberal que ha colocado la ganancia, el dinero, el lucro por encima de cualquier cosa y de todo. Por encima de las personas, por encima de los valores, por encima de la calidad y la cualidad. Todo lo que no pueda cuantificarse no sirve, es accesorio o absolutamente secundario cuando no prescindible. Incluyendo las personas, incluyendo la educación de calidad, la cultura, incluyendo el ejercicio de la justicia. Ese modelo todo lo corrompe: el ejercicio de la política,  el ejercicio del control policial y judicial, el ejercicio del libre mercado. El Estado de Derecho y hasta la democracia son prescindibles si obstaculizan la generación de dividendos. Si no sirven para asegurar los dineros de los poderosos y el poder de los adinerados, entonces se atropella, se aplasta o se aniquila.
Lo de Tía María es solo un capítulo más de una historia que se viene repitiendo una y otra vez en los principales conflictos sociales: el empresario angurriento y prepotente; el gobierno presionado (o que se deja presionar) y que se pone del lado de la empresa; la desconfianza de la población por el sesgo habitual del gobierno en su privilegio a la empresa; el paro unos días; el bloqueo luego de la sordera e insensibilidad social del gobierno; la represión, la brutalidad, los detenidos, los heridos y finalmente los muertos. Siempre llegamos a los muertos, a la indignación, a las investigaciones que no llegan a ninguno de los lados a los que realmente tienen que llegar, las responsabilidades políticas y penales de gobernantes y autoridades (como en Bagua).
Es no solo ridículo, como ha dicho Marco Sifuentes (http://bit.ly/1GvGVwZ), sino desalentador, agotador, suicida, lesivo para el país, para la paz social, para la maldita política. Porque la gente queda cada vez más harta, hastiada y asqueada. Y los gobernantes, ministros, policías, jueces y fiscales cada vez más desprestigiados. Y eso lesiona la misma fibra de la democracia, el tejido mismo de la sociedad. Eso nos está pudriendo por dentro.
Un corrupto policía (que responde a un alto mando ¿policial o empresarial?) ‘sembrando’ a un agricultor con un arma para que un corrupto periodista de planta o a destajo) tome una foto amañada y un corrupto diario (siempre ultraderechoso) la use para criminalizar la protesta, para tildar a los manifestantes que están en contra del proyecto de terroristas. ¿Cuántas veces habrá pasado sin ser registrado en video? ¿Cuántas veces ese y otros medios, la policía, el gobierno, la empresa interesada habrán propiciado, sino pagado, para ejecutar estas despreciables manipulaciones?
¿Hasta dónde quieren? ¿La clase política y dirigente es tan cínicamente ciega que no se da cuenta de lo que está gestando? ¿De qué sirven las grandes cifras macroeconómicas sin derechos, sin justicia o paz social? ¿De qué sirve un gran proyecto de inversión que ha nacido muerto por la pésima reputación de la empresa que promete lo que la gente sabe que no cumplirá y que el gobierno quiere imponer a balazos? ¿De qué sirve el crecimiento del país si un humilde agricultor puede morir asesinado con una bala policial como si su vida fuera prescindible solo por defender su mínimo sustento de vida, sus cultivos que siente amenazados? ¿Es que no se dan cuenta o quizás, me inclino por creer esto, les importa tres carajos? Quizás, y me inclino por pensar esto, a esos empresarios solo les importa hacer dinero aun cuando cueste vidas, paz social, conflicto, atropello, abuso o asesinato. Solo les importa asegurar la mayor ganancia, al menor costo de inversión, a través del poder político en turno. Y al poder político de turno solo le interesa asegurarse la mayor ganancia posible en el poco tiempo asegurado en el cargo. Y en el medio quedamos todos nosotros, a merced de la ambición desmedida por el dinero, por la ganancia a costa de sangre. Están gestando un horrible, terrible, abominable monstruo que nadie, nadie quiere volver a ver. No sean imbéciles.

domingo, 19 de abril de 2015

ALAN GARCÍA TRAIDOR A LA PATRIA: EL ROBO DE LOS 12 MIRAGE

Mirage

CARLOS MALPICA : "PAJAROS DE ALTO VUELO"

La compra de aviones Mirage 2000, a mediados de los 80, se ha convertido en una maldición para la Fuerza Aérea del Perú (FAP). Sigue siendo una sombra que amenaza con oscurecer aún más nuestro alicaído programa de modernización de las Fuerzas Armadas. El segundo Gobierno de Alan García ordenó la reparación de estas aeronaves al costo aproximado de 140 millones de dólares, pese a que debieron ser retiradas de nuestra flota por su antigüedad. En otras palabras, el Estado ha gastado pólvora en gallinazo. ¿Cómo empezó esta larga historia?
ESCRIBE: LLAMIL VÁSQUEZ VALENCIA
El desaparecido exsenador de la Izquierda Unida, Car­los Malpica, denunció en 1993, en su libro póstumo Pájaros de alto vuelo, que Alan García recibió, al inicio de su primer Gobierno (1986), una coima de más de 100 millones de dólares por frustrar la compra aprobada de 26 aviones Mirage 2000 a las empre­sas francesas Avions Marcel Dassault, Thomson-CSF y Snecma al precio de 650 millones de dólares.
García, al asumir la presidencia de la República el 28 de de julio de 1985, se presentó como un adalid de la paz al anunciar que el Perú solo iba a ad­quirir 12 Mirage 2000 de los 26 que el Gobierno de Fernando Belaúnde había encargado mediante los con­tratos denominados Júpiter I y Júpiter II. “Anuncio a los pueblos del mundo nuestra decisión de reducir sustancial­mente las compras de material bélico, comenzando por el recorte del núme­ro de aviones Mirage, cuya compra ac­tualmente está en trámite”, mencionó con solemnidad.
Los invitados, entre presidentes e importantes personalidades de la po­lítica mundial, no se imaginaban que detrás de ese discurso se escondía la intención de recibir una sustanciosa “comisión”, a decir de Malpica. Entre los asistentes a la asunción de mando en el Congreso estaba su cómplice en esa jugada maestra, el conocido trafi­cante de armas Abderramán El Assir, originario del Líbano.
ALAN VIAJA A MARRUECOS
El 21 de junio de 1985, El Assir había trasladado en su jet particular al en­tonces mandatario electo Alan García hasta la ciudad de Rabat, en Marrue­cos, para conversar con el presunto empresario libanés sobre unas supues­tas inversiones en pesca y en los fosfa­tos de Bayóbar, en Piura.
Mirage ALAN
El expresidente Alan García anuncia la reducción de la compra de los Mirage 2000 al asumir la presidencia en 1985.
Según Malpica, García usó el dere­cho del Perú, estipulado en el contra­to, de decidir sobre el destino de los 14 aviones que dejaba de comprar, para orientar su venta a otros países. 
Con el aval de los Gobiernos peruano y francés (y el visto bueno de las empre­sas fabricantes), el traficante El Assir vendió a un precio estratosférico los 14 Mirage 2000 a varios países árabes. En esta operación –asegura Malpica–, el entonces joven presidente peruano, su amigo El Assir y otros, se embolsi­caron más de 100 millones de dólares.
Abderraman El Assir
Traficante de armas Abderraman El Assir.
El multimillonario negociado se vio favorecido por el hecho de que los países de Europa Occidental y los Estados Unidos tenían acuerdos de no vender material bélico a los países árabes. El caso es que, desde esa vez, el Perú se quedó solamente con 12 Mi­rage 2000, que ahora están en un ab­surdo proceso de reparación por deci­sión del mismo García en su segundo mandato.
Fuentes de la FAP informaron a Velaverde que, de los 12 Mirage 2000, solo faltan reparar cuatro. Estos avio­nes fueron comprados ‘pelados’, es decir sin bombas, kits para bombas láser y misiles de corto alcance. Ahora los aviones modernos tienen misiles de largo alcance, radares y pantallas multipropósito. En consecuencia, di­chos Mirage 2000 solo sirven para los desfiles, y modernizarlos costaría más de 800 millones de dólares. “Con esta suma se podrían comprar aviones mo­dernos como el Eurofighter, que está 120 millones de dólares; o un Sukhoi Su-30, que está 60 millones. Brasil tie­ne 12 Mirage 2000 que va a dar de baja el próximo año, pues tienen una tec­nología que ya es obsoleta”, aseguran nuestros informantes especializados en la materia.
UNA OSCURA HISTORIA
La novela de la adquisición de los Mi­rage 2000 se remonta a 1981, cuando estalla el conflicto de la Cordillera del Cóndor con Ecuador y el Consejo de Defensa Nacional acordó adquirir un escuadrón de 16 aviones F-16 de fa­bricación norteamericana. El entonces Comandante General de la FAP, Te­niente General Hernán Boluarte, con­tó que los gringos ofrecieron sus F-16 con motores reciclados de la Segunda Guerra Mundial. “Nos querían dar un Mercedes Benz con un motor de Volkswagen, lo cual era inadmisible”, comentó a oficiales de su institución. Esa compra no se realizó.
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Perú le vendió 10 Mirage 5 a Argentina, para que este país pueda usarlos en la Guerra de Las Malvinas.
Previamente, la intención de mo­dernizar nuestra aviación nace en ene­ro de 1979 cuando la FAP transmite la Directiva de Planeamiento 17-1, que expresa la necesidad de adquirir aero­naves de última generación. Luego, en abril de 1982, cuando estalla la Guerra de las Malvinas entre Argentina e In­glaterra, el Perú le vendió (es falsa la versión de que se “prestó”) al Gobier­no argentino diez aviones de combate Dassault Mirage 5, con los que ya con­taba nuestra Fuerza Aérea, para pagar la cuota inicial de la flota de los 26 Mi­rage 2000 que se planeaba adquirir.
El excomandante general de la FAP, Boluarte, expuso el asunto ante la Comisión Investigadora del Senado, que averiguaba las conexiones entre la compra de los aviones Mirage 2000 realizada por el expresidente García y el Banco Internacional de Crédito y Comercio (BCCI), entidad famosa por estar implicada en el blanqueo de dinero procedente de los carteles co­lombianos de la droga y del dictador Manuel Antonio Noriega de Panamá.
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El exsenador Carlos Malpica denunció que Alan García recibió una millonaria coima por reducir la compra de aviones Mirage 2000 a Francia.
“En abril del 82, el primer minis­tro Manuel Ulloa me consultó si era posible entregarles unos aviones a nuestros amigos argentinos. Yo le ma­nifesté que podíamos entregar hasta diez (de los Dassault Mirage 5 que ya tenía el Perú), siempre y cuando sean repuestos dentro de estas adquisicio­nes nuevas que se estaban haciendo. Entonces, me aceptó”, declaró Bo­luarte en una sesión reservada de la comisión senatorial realizada el 23 de setiembre de 1991.
El exjefe de la FAP informó a los pa­dres de la patria que el Perú recibió 50 millones de dólares por esa escuadrilla de Dassault Mirage 5, que quince años atrás había costado 20 millones. Esta semana hemos tomado conocimien­to, por nuestras fuentes militares, que la proyectada compra de los otros 26 Mirage 2000 demoró en concretarse porque funcionarios del Ministerio de Economía se enfrascaron en una gue­rra por la repartija de coimas.
Boluarte comentó que, cuando García asume la conducción del país, las empresas francesas ya habían en­tregado, el 7 de junio de 1985, dos aviones al entonces comandante de la FAP, César Enrique Praelli, como par­te de la compra ya programada de las 26 aeronaves. De pronto, el Gobierno aprista canceló el 6 de noviembre de 1986 la compra de 14 aviones, según el plan de compra del contrato Júpiter I; y solo respetaron la adquisición de los 10 aviones del contrato Júpiter II, que serían entregados con posterioridad y se sumarían a los dos ya recibidos por la FAP en el Gobierno de Fernando Belaúnde. Tal como lo denunció Mal­pica en su libro.
AVIONES DE PAPEL EN EL CENEPA
El primer Gobierno de Alan García no solo fue el responsable de reducir la compra de los Mirage 2000. Las em­presas francesas le quitaron su equi­pamiento a las diez aeronaves que sí se compraron y, además, elevaron el precio. El excomandante de la FAP, Boluarte, explicó en un informe que “se les quitó las contramedidas elec­trónicas, nos cobraron el simulador de vuelo, no nos entregaron el software de la computadora de vuelo, haciendo que tuviéramos que gastar como me­dio millón de dólares en el conflicto del Cenepa (1995) para cambiarle la configuración a tres aviones; y que du­rante las operaciones, nos bloquearon electrónicamente los radares”.
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Perú solo compró 12 aviones Mirage 2000 de los 26 proyectados. Las aeronaves llegaron en tres viajes.
El exjefe de la FAP recuerda amar­gamente que el daño económico y la capacidad operativa reducida de los Mirage 2000 fueron evidentes en el conflicto del Cenepa. Por su parte, in­formantes de Velaverde corroboraron que la FAP reconoció en un informe supuestamente secreto que las fuer­zas ecuatorianas le infligieron duros golpes a las aeronaves peruanas entre las que figuraban… ¡los Mirage 2000 como los más modernos!
En dicho conflicto, el Perú tenía 100 aparatos de combate, pero solo se hallaban operativos tres Mirage 2000, siete Sukhoi 22, cuatro Canberras, ocho A-37B y cinco helicópteros ar­tillados Mi-25. Nuestros Mirage 2000 no contaban con misiles aire-aire de corto y de mediano alcance, lo cual, evidentemente, les restaba eficacia en combate. Como era de esperar, los ecuatorianos nos derribaron 9 avio­nes y un helicóptero, entre ellos dos Sukhoi 22, un A-37B, un Canberra y dos helicópteros Mi-25. En buena cuenta, “nos sacaron la mugre”.
Ecuador potenció sus fuerzas ar­madas después del conflicto de 1981. En 1995 la Fuerza Aérea del Ecuador era una de las mejores equipadas de la región con 12 Mirage F1, 10 Kfir, 10 Jaguar MK.1 y 10 A-37B. Fuentes mi­litares informaron que los Sukhoi pe­ruanos fueron abatidos por Mirage F1 ecuatorianos, mientras que un A-37B fue derribado por un Kfir ecuatoria­no. Los ocupantes de los Mi-25, del Sukhoi y del Canberra murieron. Los pilotos del A-37B se salvaron al eyec­tarse a tiempo.
Actualmente, la FAP apuesta por modernizar sus 19 MIG 29. Rusia ya modernizó ocho MiG-29S a un es­tándar conocido como MiG-29SMP. Konstantin Biriulin, subdirector del Servicio Federal de Cooperación Técnico Militar de Rusia, informó en mayo que los Gobiernos del Perú y Rusia firmarían un contrato para la modernización de un segundo lote de ocho aviones MiG-29. Otras tres uni­dades de la variante MiG-29SE fueron adquiridas directamente a Rusia.
Queda preguntarse si hubiera sido mejor destinar los 140 millones de dó­lares para los MIG 29 en vez de usarlos para reparar los Mirage 2000. En este país de las maravillas todo es posible y no sería extraño que en el futuro otro presidente destine una millonaria suma para resucitar los obsoletos tan­ques T 55 con sabe Dios qué cuento. Y quién sabe, a alguno se le ocurra reflo­tar el buque Oroya y “tunearlo” para combate. No quiera el destino otra guerra.

¡ PERUANOS NUNCA OLVIDEIS LA TRAICION DE ALAN A LA PATRIA !

martes, 31 de marzo de 2015

EL APRA Y ORELLANA ROBARON AL PAÍS MAS DE 50 MILLONES DE SOLES



Lo que el APRA quiere ocultar... super interesante

Todo el mundo ya sabe que el hermano de Velásquez Quesquén está metido en un lío. Pero la investigación que vamos presentar, realizada por el periodista Christopher Acosta para la revista PODERes mucho más grande. Revela – probablemente – una organización delictiva enquistada en el Estado durante el gobierno aprista.


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Resulta que dos de los programas más publicitados del segundo gobierno de Alan García sirvieron casi exclusivamente para queOrellana desfalque por millones al Estado peruano. ¿Te parece que exageramos? Vamos a ir paso con esta investigación que desnuda a los Colegios Emblemáticos y “Agua para Todos”.
Volvamos al segundo gobierno de Alan García; específicamente: enero de 2009.

1. Ministro aprista José Chang crea las condiciones perfectas

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Por si no lo recuerdan, él es José Antonio Chang. Foto: El Comercio
En esa fecha, José Antonio Chang – por entonces ministro de Educación – fue parte de la creación del programa aprista de remodelación de los “Colegios Emblemáticos”. En esta iniciativa, establecida a partir de un decreto de urgencia, Chang autorizaba al ministerio hacer contrataciones directas.
Documento original aquí
Extracto del decreto de urgencia N°004-2009. Documento original aquí

Por cierto, este decreto podría valerle una denuncia constitucional al expresidente Alan García y al propio exministro de Educación. Pero continuemos con la historia. En octubre de 2010, el Minedu le otorgó la buena pro sin concurso público (gracias, decreto) alconsorcio Clorinda Matto de Turner para remodelar y equipar un colegio cuzqueño del mismo nombre. En este punto, la historia se pone interesante.

2.  Los niños terminaron estudiando en la calle

El consorcio ganador estaba conformado por las empresas Sansón S.R. L. y Chung & Tong Ingenieros. Tenían un plazo de 300 días para acabar las obras y recibirían más de 31 millones de soles. Una vez ganada la buena pro, la empresa Sansón solicitó un adelanto de más de seis millones para iniciar las operaciones. 
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Niñas de Colegio Emblemática Clorinda Matto de Turner llevan clases en la calle. Foto: Cusco Noticias

Sin embargo, la constructora dejó inconclusa la obra. Como indica la investigación de PODER, esto obligó a que cientos de escolares llevaran clases en colegios aledaños. ¿Por qué el Ministerio de Educación aceptó dar un adelanto? ¿Qué documentos presentaron? ¿Quién estaba detrás de todo esto?

3. El viejo truco de las cartas fianza de Orellana

Para poder ganar un concurso con el Estado, las empresas necesitan demostrar que son solventes. Una forma que tienen es presentar una carta fianza, que sirve como garantía. En el caso que estamos viendo, el consorcio adjuntó una carta fianza de Coopex, la cooperativa de Orellana acusada de estafar al Estado por más de 56 millones de soles. El Ministerio la aceptó a pesar de que la cooperativa no contaba con autorización de la SBS.

Esta es la antigua web de Coopex. Ahí está Orellana. Imagen: el 5to pie del gato
Esta es la antigua web de Coopex. Ahí está Orellana. Imagen: el quinto pie del gato

Coincidencias de la vida: menos de un mes después de ganar la buena pro, y antes de que se hiciera humo, la constructora Sansóngiró un cheque a favor de Coopex por seis millones de soles (ojo: casi el mismo monto que le habían adelanto). El Estado nunca recuperó el dinero que otorgó a la constructora.

Este es el cheque por 6 mil
Este es el cheque por 6 millones de soles. Imagen: Revista PODER
Todo no acaba ahí. Ese mismo día, se giraba otro cheque. Alguien relacionado con el gobierno aprista era el beneficiado.

 4. Constructora pagó más de 180 mil soles al hermano de Velásquez Quesquén

Según revela la investigación, el 12 de noviembre del 2010, una de las empresas del consorcio giró un cheque por 183 mil soles (exactamente el 3% del adelanto que obtuvo). ¿Quién era el beneficiario? Nada menos que el hermano de Velásquez Quesquén, quien por ese entonces acababa de dejar el cargo de primer ministro.
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este es el cheque donde se da cuenta de que el hermano de Velásquez Quesquén recibió más de 180 mil soles. Imagen: Revista PODER

Es decir, menos de un mes después de recibir un adelanto y abandonar la obra, giraron un dineral al hermano del hombre fuerte del Gobierno que aprobó su contratación sin concurso público. ¿Así o más claro? Velásquez Quesquén se ha desvinculado de las actividades económicas de su hermano y aseguró no conocer a Orellana.

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Niega tener cualquier tipo de vínculo con Orellana y las actividades de su hermano. Foto: La República

Sin embargo, no ha respondido por las acusaciones que se le hacen a Rodolfo Reyna Salinas de ser socio de Rodolfo Orellana. Este señor es hombre de confianza de Velásquez Quesquén: ha sido jefe del gabinete de asesores en la PCM cuando el congresista era primer ministro y actualmente es su asesor en el Congreso.
Si hasta aquí todo les parece muy raro, agárrense: este solo es uno de vaaarios casos.

5. La gran estafa de “Agua para todos”

Si todo lo que han leído arriba les parece alucinante, agárrense. Es solo, como ya mencionamos, uno de los tantos casos. El mismo accionar de Coopex ocurrió con otro de los programas emblemáticos del segundo gobierno aprista: Agua para todos. De hecho, la mayor cantidad de obras que usaron cartas fianzas de Coopex fueron financiadas por este programa entre 2008 y 2011.
La investigación revela que Agua para Todos se ejecutó durante dos años sin manual de supervisión; y cuando este ya estuvo aprobado, tampoco se cumplió. En total, el ministerio sólo fiscalizó el 3,3% del número de proyectos que financió. Pero la situación real del programa es impresionante: la revista PODER asegura que un buen número de obras, para las cuales el ministerio de Vivienda transfirió recursos, ahora se encuentran inservibles.

El programa "Agua para todos" fue emblemático del gobierno aprista. Foto: La República
El programa “Agua para todos” fue emblemático del gobierno aprista. Foto: La República

La revista misma viajó hasta Loreto, Huánuco y Tacna, donde comprobó que las obras de agua para todos no sirven para nada. Y adivinen: todas esas utilizaron cartas fianzas de Coopex. Como ven, la cooperativa de Orellana tiene un mismo modo de operación: ayuda a empresas constructoras a ganar procesos de licitación emitiendo fraudulentas cartas-finanzas. Cuando la empresa es elegida, pide un adelanto y desaparece. Y ni bien el Estado intentaba ejecutar la carta fianza, Coopex se negaba a hacerla efectiva.
De esta forma, repetida en 18 de las 24 regiones del país, el brazo económico de Orellana ha protagonizado un desfalco millonario entre el 2008 y 2011. Se estima que Coopex giró más de 80 millones de soles en garantías. Sólo entre los programas Agua para Todos y Colegios Emblemáticos, Coopex avaló cartas fianza por 50 millones de soles.

Lo más impresionante es que el OSCE – el organismo que supervisa las compras estatales- no tiene idea de la magnitud de esta desfalco que se hizo al Estado; aunque estamos hablando de decenas de millones de soles.

Esta ha sido la historia de la extraña relación entre el gobierno del doctor Alan García y Rodolfo Orellana. Ahora esperemos que la Comisión Investigadora del Congreso llegue al fondo de esta historia, que es mucho más grande que el hermano de Velásquez Quesquén.

martes, 24 de marzo de 2015

GARCÍA DEBE SER INHABILITADO

CUANDO EL DESACATO ES UN GESTO MORAL

Escribe César Hildebrandt




0 alentamos la rebeldía o nos hundimos todos en el lodazal propuesto por la judicatura.

El señor Alan García está feliz. Mirko Lauer también. Lo mismo sus voceros concentrados (García opera el mila­gro de reunir a los Miró Quesada y a los bustos parlantes del mohmismo en un solo propósito en­cubridor). Hasta Juan Paredes Castro, siempre de ocasión, está exultan­te como si acabara de cazar a un buen mamut.

Pero que García no se la crea. Que un pestífero poder judicial controla­do por el Apra lo haya "liberado" for­malmente de las incomodidades de la Megacomisión no significa que sus narcoindultos dejarán de ser parte de su prontuario. Lo seguirán siendo.

García es un foco infeccioso para la política peruana. Es un hombre que se hizo rico echando mano a toda la plata negra que la política y el poder presidencial le pusieron a su alcance. Es au­tor mediato, mucho más que Fujimori, de cuantiosas masacres. Es el más exi­toso fugitivo de la justicia penal gracias a prescripciones, arreglos bajo la mesa y servicios mugrientos del poder judi­cial acovachado que padecemos.

Que García no haya pasado por la cárcel es una demostración cabal de lo que es, fatalmente, el Perú. Que a García no lo pueda investigar el Con­greso sin que meta la mano un juez "ad hoc" dice mucho de la crisis de la democracia peruana, impotente, desde su parálisis institucional, para poder garantizar la seguridad ciuda­dana o la aplicación de una justicia igualitaria.

Alan García es la continuidad de­generada de un partido que Haya de la Torre ya había convertido en una sucursal oligárquica después de su alianza con la derecha más dura de los años 6o. Después, con el golpe de los militares peruanos nasseristas de 1968, Haya pretendió darse un aire reformista diciendo que el programa de Velasco era un plagio del ideario original aprista. Sin embargo, hizo todo lo posible para que Velasco fra­casara y aquel 5 de febrero de 1975 fueron fuerzas apristas las que ayu­daron a desatar el caos y el saqueo de Lima. Ese fue el comienzo del fin del velasquismo, el más serio intento de cambiarlo todo desde arriba y a la fuerza.

A finales de los 70, con Haya lan­guideciendo, el Apra terminó siendo un partido ficticiamente dividido. Por un lado estaba el ala conser­vadora, representada por Andrés Townsend, y por el otro una facción supuestamente de izquierda, la en­carnada por Armando Villanueva. Pero esta última, que controlaba el aparato, era retórica pura.

La impunidad dotó al personaje de una redoblada desfachatez. Confundió el discutible perdón mal habido y, más bipolar que nunca, se irguió en líder casi insurreccional de la oposición a Toledo

Y muchos de sus voceros, incluido su líder, es­taban demasiado cerca del narcotraficante Carlos Langberg como para que alguien los tomara en serio.
La derrota electoral de Villanueva en 1980 ca­tapultó a García, la joven promesa acunada por Haya. Este hizo en tres años -de 1985 a 1988-lo que a Haya le había costado déca­das: empezar como revolucionario y terminar como un dudoso social demócrata de dientes para afuera. Cla­ro que García le puso un ingrediente que Haya, a pesar de sus vicios per­sonales y sus extenuantes secretos, no había frecuentado: el robo de fondos de campaña, las comisiones por re­venta de armas, las coimas por obras de infraestructura, el carrusel de dó­lares MUC con testaferros como su amigo Alfredo Zanatti, quien compró 25 millones de esa divisa subsidiada y alguna vez recibió un fax de García exigiéndole cuentas sobre un episodio contable (todo está en el expediente respectivo).

García, que había pertenecido a la mesocracia del lado más modesto de Miraflores y que jamás tuvo trabajo conocido (con excepción de su fugaz tránsito por la abogacía defendien­do sin éxito a un par de narcos), se hizo millonario en dólares gracias a su paso por la presidencia. Se com­pró inmuebles en Lima, Bogotá, Pa­rís. No pagó una sola de sus felonías. Vivió sin trabajar entre París y Bogo­tá recurriendo a los intereses de sus cuentas. Y al final, con el colapso del régimen de Fujimori -monstruo que él creó desde Palacio con la colabora­ción de "La República" y "Pajina Li­bre"-, la democracia, devuelta pero no limpia, resucitada pero no escar­mentada, organizó sus prescripcio­nes y toleró su regreso y hasta su candidatura. Como siempre. Como con Piérola. Como con los Prado.

La impunidad dotó al personaje de una redoblada desfachatez. Confun­dió el discutible perdón mal habido y, más bipolar que nunca, se irguió en líder casi insurreccional de la oposi­ción a Toledo. No es de extrañar que en el 2006 el país anético que es el Perú lo llevara a la presidencia. Al fin y al cabo, el asunto era cerrarle el paso a un exmilitar que proponía cambios importantes. Un García aliado, como Haya, de la peor y más rapaz dere­cha llegó a su segundo mandato. Y los robos continuaron, los decretos con fe de erratas para hacer obras de más de 250 millones de soles se pu­blicaron, las coimas se reprodujeron en todos los ministerios y la fortuna de García, acrecentada ya durante la campaña electoral que financió una plutocracia más asustada que nunca, se hizo más grande que nunca.

Y a todo eso este individuo añadió la infamia de los narcoindultos. Cuatrocientos delincuentes parecidos a ese Carlos Langberg que financió al Apra y abasteció de cocaína a algu­nos de sus dirigentes salieron a la calle con la firma del presidente de la república. Esta es una vergüenza que ningún país ha sufrido, un estig­ma que nos atañe a todos y que hoy la prensa del lodazal pretende pasar por alto.

La Megacomisión lo pescó. Y, como lo demostró el magnífico ar­tículo que al respecto publicó este semanario la semana pasada, toda la argumentación de García fue des­baratada. No quería descongestionar las cárceles, como decía (para eso hubiese indultado a reos sentencia­dos por delitos contra el patrimonio, que eran la mayoría, o no habría con­mutado las penas de quienes ya es­taban en sus casas en un régimen de semilibertad). No. Lo que quería este hombre sin escrúpulos era liberar a bandas enteras de narcotraficantes, incumpliendo así el artículo 8 de la Constitución y creando un sórdido sistema paralelo de justicia sin pu­nición. ¿Cabe algo peor en un país amenazado desde su médula por el narcotráfico?

Todo eso ha sido descubierto por la Megacomisión. Y por eso el poder judicial, el que hizo de César Álvarez un hombre inalcanzable para la justi­cia en Áncash, ha tenido otra vez que intervenir.

Un periodista del extranjero po­dría creer que Alan García está libre de polvo y paja gracias al espurio fa­llo. Pero los peruanos sabemos qué calidad tienen la mayoría de nues­tros jueces, de qué aguas turbias pro­ceden, a qué acequias se acercan a beber. Y de qué modo el Apra reina entre sus filas.

Lo que quería este hombre sin escrúpulos era liberar a bandas enteras de narcotraficantes, incumpliendo así el artículo 8 de la Constitución y creando un sórdido sistema paralelo de justicia sin punición. ¿Cabe algo peor en un país amenazado desolé su médula por el narcotráfico?

Cuando mucha gente pregunta por qué los in­teligentes y los decentes se alejan de la política, por qué a los jóvenes los corroe el asco o el escepticismo o la rabia cuando les mientan la palabra "política", pues esta es la respuesta: porque la nues­tra tiene en su menú estelar a un pre­sidente ladrón que está en la cárcel, a uno semejante que está siendo inves­tigado y que debería terminar en ella y a un tercero, gemelo de los otros, que es socio de jueces y mandatario informal del Ministerio Público.

Desacatar el fallo del poder judi­cial es un deber moral del Congreso. No puede haber respeto a un poder judicial que mete la uña para salvar a un favorito argumentando que no fue debidamente citado cuando la aludida invitación de la Megacomi­sión tiene cuatro páginas y abunda en precisiones.

Inhabilitar a García no es una op­ción. Es una necesidad para devol­verle al país la oportunidad de ser otra vez respetable.






domingo, 22 de marzo de 2015

TÚPAC AMARU, SEGÚN UN HISTORIADOR ARGENTINO


 
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Túpac Amaru

Autor: Felipe Pigna
Justo es reconocer que el discurso del poder ha sido y es muy sabio. Decenas de generaciones de argentinos han crecido sabiendo cómo murió Túpac Amaru sin recordar cuál fue el motivo de su último suplicio. Así, el último Inca no ha quedado en el imaginario colectivo como el símbolo de la libertad americana sino como el más gráfico ejemplo del descuartizamiento.

Todos los historiadores serios coinciden en señalar que se trató del movimiento social más importante de la historia colonial del continente. Y los más recalcitrantes hispanistas admiten que el imperio corrió un serio riesgo de desaparecer. Pero como los planteos de Túpac suenan tan actuales y como sus reivindicaciones sueñan aún hoy el sueño de los justos, sigue siendo prudente que la gente recuerde sólo lo que les pasa a los rebeldes cuando se toman demasiado en serio su rebeldía, sin interiorizarse demasiado de las injusticias atroces que condujeron al levantamiento que enarbolara los más justos reclamos.

De un lado estaba la milenaria civilización incaica y sus herederos, que peleaban por lo suyo, por sus tierras, su cultura y su derecho a una vida digna. Del otro, la barbarie de los invasores, cuyo único dios era el oro, la plata y la codicia, que no reparaba en muertos. Los castigos inflingidos a la familia Túpac Amaru dejan muy en claro de qué lado de la ecuación civilización o barbarie estaba cada uno.
Las reformas borbónicas, implementadas por Carlos III a fines del siglo XVIII, con su afán centralizador y recaudador, significaron un aumento del trabajo y la opresión de los indígenas.

En el Perú en 1780, un descendiente de los incas, José Gabriel Condorcanqui, tomó el nombre del último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y encabezó una rebelión de indígenas y  mestizos contra el poder español.

Condorcanqui había nacido en el mes de marzo del año 1740 en la provincia peruana de Tinta, actual Perú. Heredó los cacicazgos de Pampamarca, Tungasuca y Surimaná y una importante cantidad de mulas, que lo convirtieron en un cacique de buena posición dedicado al transporte de mercaderías. Cuando acababa de cumplir 20 años, se casó con quien sería el amor de su vida, Micaela Bastidas Puyucawa.

La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 perjudicó seriamente al Virreinato del Perú. El cierre de los obrajes, la paralización de las minas y la crisis del algodón y el azúcar provocaron el incremento de la desocupación y la pérdida para miles de indígenas de sus míseros ingresos. Ante esta situación Túpac presentó una petición formal para que los indios fueran liberados del trabajo obligatorio en las minas. Allí decía: “Entonces morían los indios y desertaban pero los pueblos eran numerosos y se hacía menos sensible; hoy, en la extrema decadencia en que se hallan, llega a ser imposible el cumplimiento de la mita porque no hay indios que las sirvan y deben volver los mismos que ya la hicieron...".

Denunciaba los esfuerzos inhumanos a que eran sometidos, los largos y peligrosos caminos que debían andar para llegar hasta allí. Pedía también el fin de los obrajes, verdaderos campos de concentración donde se obligaba a hombres y mujeres, ancianos y niños a trabajar sin descanso.  Denunciaba particularmente el sistema de repartimientos, antecedente del bochornoso pago en especie. La Audiencia de Lima, compuesta mayoritariamente por encomenderos y mineros explotadores, ni siquiera se dignó a escuchar sus reclamos.
Túpac fue entendiendo que debía tomar medidas más radicales y comenzó a preparar la insurrección más extraordinaria de la que tenga memoria esta parte del continente.


Los pobres, los niños de ojos tristes, los viejos con la salud arruinada por el polvo y el mercurio de las minas, las mujeres cansadas de ver morir en agonías interminables a sus hombres y a sus hijos, todos comenzaron a formar el ejército libertador.

La primera tarea fue el acopio de armas de fuego, vedadas a los indígenas. Pequeños grupos asaltaban depósitos y casas de mineros. Así, el arsenal rebelde fue creciendo. Abuelos y nietos se dedicaban a las armas blancas, pelando cañas, preparando flechas vengadoras. Las mujeres tejían maravillosas mantas con los colores prohibidos por los españoles. Una de ellas será adoptada como bandera por el ejército libertador. Tiene los colores del arco iris y aún flamea en los Andes peruanos.
La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española. Su movimiento produjo una profunda conmoción en el Perú, grandes transformaciones internas y amplias resonancias americanas. Decía un pasquín de la época: "muera el mal gobierno; mueran los ministros falsos, y viva siempre La Plata…. Y mueran como merecen los que a la justicia faltan y los que insaciables roban con la capa de aduana".

Los elevados impuestos y los nuevos repartimientos realizados a la llegada del virrey Agustín de Jáuregui decidieron a Condorcanqui  a comenzar la rebelión. La ocasión se presentó cuando el obispo criollo Moscoso excomulgó al corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga, individuo particularmente odiado por los indios. El 4 de noviembre de 1780, Túpac Amaru, con su autoridad de cacique de tres pueblos, mandó detener a Arriaga, y lo obligó a firmar una carta donde pedía a las autoridades dinero y armas y llamaba a todos los pueblos de la provincia a juntarse en Tungasuca, donde estaba prisionero. Le fueron enviados 22.000 pesos, algunas barras de oro, 75 mosquetes, mulas, etcétera. Tras un juicio sumario, Arriaga fue ajusticiado en la plaza Tungasuca el 10 de noviembre, en la misma plaza donde había torturado y enviado al cadalso a tantos inocentes.

Túpac Amaru emitió un bando reivindicando para sí la soberanía sobre estos reinos que decía: “los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos, piezas, lanzas, aduanas, alcabalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros: todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia en almoneda con los escribanos de esta fe, a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios; estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando las vidas a todos los que no supieren robar, todo digno del más severo reparo. Por eso, y por los clamores que con generalidad han llegado al Cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos, que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos”.
Por donde pasaba el ejército libertador se acababa la esclavitud, la mita y la explotación de los seres humanos.

El 18 de noviembre de 1780 se produjo la batalla de Sangarará. En este primer combate, las fuerzas rebeldes derrotaron al ejército realista. A partir de entonces, la rebelión tomó un carácter más radical con un líder a la altura de las circunstancias que proponía: "Vivamos como hermanos y congregados en solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles; criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen". Unos 100.000 indios en una extensión de 1500 kilómetros, de Salta al Cuzco, se dispusieron a seguir al rebelde.

En uno de sus manifiestos decía Túpac: “Un humilde joven con el palo y la honda y un pastor rústico libertaron al infeliz pueblo de Israel del poder de Goliat y faraón: fue la razón porque las lágrimas de estos pobres cautivos dieron tales voces de compasión, pidiendo justicia al cielo, que en cortos años salieron de su martirio y tormento para la tierra de promisión. Mas al fin lograron su deseo, aunque con tanto llanto y lágrimas. Mas nosotros, infelices indios, con más suspiros y lágrimas que ellos, en tantos siglos no hemos podido conseguir algún alivio (...) El faraón que nos persigue, maltrata y hostiliza no es uno solo, sino muchos, tan inicuos y de corazones tan depravados como son todos los corregidores, sus tenientes, cobradores y demás corchetes: hombres por cierto diabólicos y perversos que presumo nacieron del caos infernal y se sustentaron a los pechos de harpías más ingratas, por ser tan impíos, crueles y tiranos, que dar principio a sus actos infernales seria santificar... a los Nerones y Atilas de quienes la historia refiere sus iniquidades... En éstos hay disculpas porque, al fin, fueron infieles; pero los corregidores, siendo bautizados, desdicen del cristianismo con sus obras y más parecen ateos, calvinistas, luteranos, porque son enemigos de Dios y de los hombres; idólatras del oro y de la plata. No hallo más razón para tan inicuo proceder que ser los más de ellos pobres y de cunas muy bajas”.
Decía un copla española anónima de 1870:
“Si triunfaran los indios
nos hicieran trabajar
del modo que ellos trabajan
y cuanto ahora los rebajan
nos hicieran rebajar.
Nadie pudiera esperar
Casa, hacienda  ni esplendores,
Ninguno alcanzará honores
Y todos fueran plebeyos:
Fuéramos los indios de ellos
Y ellos fueran los señores.”
El 23 de diciembre de 1780 se dirigió especialmente a los criollos en una proclama donde les hizo saber que “viendo el yugo fuerte que nos oprime con tanto pecho [impuestos] y la tiranía de los que corren con este cargo, sin tener consideración de nuestras desdichas, y exasperado de ellas y de su impiedad, he determinado sacudir el yugo insoportable y contener el mal gobierno que experimentamos de los jefes que componen estos cuerpos, por cuyo motivo murió en público cadalso el corregidor de Tinta, a cuya defensa vinieron de la ciudad del Cuzco una porción de chapetones, arrastrando a mis amados criollos, quienes pagaron con sus vidas su audacia. Sólo siento lo de los paisanos criollos, a quienes ha sido mi ánimo no se les siga ningún perjuicio, sino que vivamos como hermanos y congregados en un cuerpo, destruyendo a los europeos”.

Los rebeldes parecían imparables. Manuel Godoy, estrecho colaborador del rey Carlos IV, cuenta en sus memorias: “Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido, por los años de 1780 y 1781, todo el Virreinato del Perú y una parte del de la Plata, cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui, más conocido por el nombre de Túpac Amaru”.

La gravedad de la situación llevó a los virreyes de Lima y Buenos Aires a unir sus fuerzas. Vértiz y su colaborador, el inefable Marqués de Sobremonte le escribían en estos términos al virrey del Perú:“ el buen orden y estado pacífico consistiría en extirpar el ambicioso origen de todos los males que padecen los pueblos, segando la cabeza del rebelde José…”. La Iglesia, los criollos y los europeos cerraron filas para enfrentar el peligro.

Túpac entendió tempranamente que su rebelión no podría triunfar sin el apoyo de criollos y mestizos, pero los propietarios nacidos en América no se diferenciaban demasiado de sus colegas europeos. Formaban parte  de la estructura social vigente, que basaba su riqueza en la explotación del trabajo indígena en las minas, haciendas y obrajes.

Tras el triunfo de Sangarará, Túpac Amaru cometió el error de no marchar sobre Cuzco, como le aconsejaba su compañera y lugarteniente Micaela, y regresar a su cuartel general de Tungasuca, en un intento de facilitar una negociación de paz.

Los virreyes de Lima y Buenos Aires lograron reunir un ejército de 17.000 hombres al mando del visitador general, José Antonio Areche, quien llevó adelante una feroz campaña terrorista de saqueo de pueblos y asesinato indiscriminado de todos sus habitantes, logrando que muchos desertaran del ejército rebelde y facilitando la derrota definitiva de los insurrectos.

Con la llegada al Cuzco del visitador Areche y el inspector general José del Valle la situación se desequilibró en perjuicio de los rebeldes. Túpac intentó todavía dar un golpe de mano atacando primero, pero el ejército realista fue advertido por un prisionero escapado y el golpe fracasó. La noche del 5 al 6 de abril se libró la desigual batalla entre los dos ejércitos. Según un parte militar “fueron pasados a cuchillo más de mil y derrotado el resto enteramente”.

Al verse perdido Túpac Amaru intentó la fuga, pero fue hecho prisionero -gracias a la traición de su compadre Francisco Santa Cruz- y trasladado al Cuzco. El visitador Areche entró intempestivamente en su calabozo para exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los cómplices de la rebelión. Túpac Amaru le contestó con desprecio: “Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía. Aquí estoy para  que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo.”

Túpac fue sometido a las más horribles torturas durante varios días. Se le ataron las muñecas a los pies. En la atadura que cruzaba los ligamentos de manos y pies fue colgada una barra de hierro de 100 libras e izado su cuerpo a 2 metros del suelo causándole el dislocamiento de uno de sus brazos. Túpac no delató a nadie. Se guardó para él y la historia el nombre y la ubicación de sus compañeros. El siniestro visitador Areche debió reconocer el coraje y la resistencia de aquel hombre extraordinario en un informe al virrey donde dejaba constancia de que a pesar de los días continuados de tortura, “el inca Túpac Amaru es un espíritu y naturaleza muy robusta y de una serenidad imponderable”.
El 17 de mayo de 1781 Túpac Amaru fue condenado a muerte. La condena alcanzó a toda su familia ya que recomendaba que fuera exterminada toda su descendencia, hasta el cuarto grado de parentesco.

La condena redactada por el Visitador Areche, era todo un manifiesto ideológico y llegaba a prohibir todo vestigio de la cultura incaica: “…se prohíben y quitan las trompetas o clarines que usan los indios en sus funciones, y son unos caracoles marinos de un sonido extraño y lúgubre, y lamentable memoria que hacen de su antigüedad; y también el que usen y traigan vestidos negros en señal de luto, que arrastran en algunas provincias, como recuerdos de sus difuntos monarcas, y del día o tiempo de la conquista, que ellos tienen por fatal, y nosotros por feliz, pues se unieron al gremio de la Iglesia católica, y a la amabilísima y dulcísima dominación de nuestros reyes. Y para que estos indios se despeguen del odio que han concebido contra los españoles, y sigan los trajes que les señalan las leyes, se vistan de nuestras costumbres españolas, y hablen la lengua castellana”.

El 18 de mayo de 1781, los rebeldes quedaron expuestos a los “civilizadores”, que los descuartizaron. A continuación transcribimos textualmente el relato de la muerte de la familia Túpac Amaru contada por sus asesinos: “El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta ciudad del Cuzco... salieron de la Compañía nueve sujetos que fueron: José Verdejo, Andrés Castelo, un zambo, Antonio Oblitas (el que ahorcó al general Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac Amaru; Tomasa Condemaita, cacica de Arcos; Hipólito Túpac Amaru, hijo del traidor; Micaela Bastidas, su mujer, y el insurgente, José Gabriel. Todos salieron a un tiempo, uno tras otro. Venían con grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae la yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañados de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron al pie de la horca, y se les dieron por medio de dos verdugos, las siguientes muertes: A Verdejo, Castelo, al zambo y a Bastidas se les ahorcó llanamente. A Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca. A la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo con un torno de fierro... habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una a otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se ha visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, para que no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres, y a los demás les sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu, donde estaba formada una hoguera, en la que fueron arrojados y reducidos a cenizas que se arrojaron al aire y al riachuelo que allí corre. De este modo acabaron con José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto que se nominaron reyes del Perú, Quito, Tucumán y otras partes...”

Dice Valcárcel que en ese momento el pequeño Fernando Túpac Amaru1 de 10 años de edad, que fue obligado a presenciar el sacrificio de sus padres y hermanos, “dio un grito tan lleno de miedo externo y angustia interior que por mucho tiempo quedaría en los oídos de aquellas gentes...”
Un documento español titulado “Distribución de los cuerpos, o sus partes, de los nueve reos principales de la rebelión, ajusticiados en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo de 1781” nos exime de todo comentario: 
  José Gabriel Túpac-Amaru.
Micaela Bastidas, su mujer.
Hipólito Túpac-Amaru, su hijo.
Francisco Túpac-Amaru, tío del primero.
Antonio Bastidas, su cuñado.
La cacica de Acos.
Diego Verdejo, comandante.
Andrés Castelo, coronel.
Antonio Oblitas, verdugo.
Tinta

La cabeza de José Gabriel Túpac-Amaru.
Un brazo a Tungasuca.
Otro de Micaela Bastidas, ídem.
Otro de Antonio Bastidas, a Pampamarca.
La cabeza de Hipólito, a Tungasuca.
Un brazo de Castelo, a Surimana.
Otro a Pampamarca.
Otro de Verdejo, a Coparaque.
Otro a Yauri.
El resto de su cuerpo, a Tinta.
Un brazo a Tungasuca.
La cabeza de Francisco Túpac-Amaru, a Pilpinto.
Quispicanchi

Un brazo de Antonio Bastidas, a Urcos.
Una pierna de Hipólito Túpac-Amaru, a Quiquijano.
Otra de Antonio Bastidas, a Sangarará.
La cabeza de la cacica de Acos, a ídem.
La de Castelo, a Acamayo.
Cuzco

El cuerpo de José Gabriel Túpac-Amaru, a Picchu.
Ídem el de su mujer con su cabeza.
Un brazo de Antonio Oblitas, camino de San Sebastián.
 
Carabaya

Un brazo de José Gabriel Túpac-Amaru.
Una pierna de su mujer.
Un brazo de Francisco Túpac-Amaru.
Azangaro

Una pierna de Hipólito Túpac-Amaru.
Lampa

Una pierna de José Gabriel Túpac-Amaru, a Santa Rosa.
Un brazo de su hijo a Iyabirí.
Arequipa

Un brazo de Micaela Bastidas.
Chumbivilcas

Una pierna de José Gabriel Túpac-Amaru, en Livitaca.
Un brazo de su hijo, a Santo Tomás.
Paucartambo

El cuerpo de Castelo, en su capital.
La cabeza de Antonio Bastidas.
Chilques y Masques

Un brazo de Francisco Túpac-Amaru, a Paruro.
Condesuyos de Arequipa

La cabeza de Antonio Verdejo, a Chuquibamba.
Puno

Una pierna de Francisco Túpac-Amaru, en su capital.
Las partes de su cuerpo fueron colocadas en picas en las ciudades en las que había triunfado el intento revolucionario.
Pero a pesar de la barbarie, los asesinos de Túpac Amaru y de su familia ya no podrían descansar tranquilos. Años después de perpetrada su masacre, en todo el territorio americano era otro el catecismo que se leía, eran otras las enseñanzas que se aprendían; la dignidad comenzaba a campear y el habitante originario iba a acostumbrándose a caminar erguido.
Los revolucionarios de 1810 serán llamados “tupamaros” por los documentos españoles de la época y este calificativo será asumido con orgullo por los rebeldes, que lo harán propio, como lo señala la copla anónima de aquellos años:
Al amigo Don Fernando
Vaya que lo llama un buey
Porque los Tupamaros
No queremos tener rey.