martes, 20 de diciembre de 2011

LIBERTAD: LA MEDIDA DE LA DEMOCRACIA


Claudia Cisneros

Claudia Cisneros

En voz alta

Los periodistas, los buenos periodistas, son odiados por mucha gente, sobre todo por políticos y sus afines. Es un buen síntoma. Pero los muy malos, también son detestados por muchos. Y son un Cáncer. Infectan la profesión con sus mentiras y manipulaciones, con sus estridencias y abusos, desacreditan su función con su poca sensibilidad, solidaridad y su mucha ambición de poder, protagonismo o dinero.

Las décadas pasadas con el gobierno fujimontesinista fueron de penosa actuación de muchos, demasiados colegas. Algunos buenos hombres y mujeres que se dejaron atrapar por miedo o angurria. Otros sencillamente sin sangre en la cara, serviles al mando político o económico y traidores de la verdad y la consecuencia.

No somos, pues, como gremio, impolutos mensajeros ni dechados de virtud y moral. Para pena de la profesión. Pero en medio de tanta mugre, hay muchos periodistas que sí trabajan con esmero, vocación y seriedad. También es cierto que no solo los periodistas honestos destapan las suciedades de la sociedad. Muchas veces una denuncia proviene de alguna cloaca con intereses diversos y alejados de la verdad periodísitica.

Pero así y todo, muchas veces son esas denuncias las únicas que tenemos para ver lo que en realidad pasa frente a nuestras narices disfrazado de normalidad. Ojalá y existiera una forma más eficiente de controlar, autónomamente, como gremio, las injurias, los inventos, la manipulación grosera y la invasión a la privacidad. Ojalá pudiéramos, de un plumazo o ley, borrar del planeta a seudoperiodistas que no son más que sanguijuelas, escorias, parásitos infectos que se escudan en La Libertad de expresión para vender rating o ejemplares, para agradar a sus jefes o agrandar sus bolsillos. Ojalá. Pero el libre albedrío tiene ese doble filo. Es para todos, buenos y malos.

La Libertad tiene, justamente, esa prerrogativa: es para todos o no es libertad. Por tanto, hay que soportar estoicamente los embates de la mala prensa, no sin que sea castigada, que para eso ya existen leyes. No es bonito, jode, indigna, subleva cuando se mal utiliza la libre expresión y se invoca La Libertad de información en casos evidentes de pura manipulación o infamia. Pero no hay forma de no dañar irreparablemente La Libertad de quienes sí la usan para desnudar al poder político y económico, si se sigue adelante con la pretendida Ley Mordaza.

Que no levanten los políticos la bandera de la casi unanimidad con la que fue aprobada en ese Congreso de escándalo. Qué mejor forma de asegurarse que sus negocios sucios, sus corruptelas y sus chanchadas no podrán ser difundidas porque están protegidas por esta reprobable ley. No me extraña de Lourdes Flores, escaldada, literalmente en la campaña municipal. Aun cuando era ciertamente debatible el interés público de los “potoaudios” por haber sido dichos en un ámbito privado, podía argumentarse que era importante saber qué interés tenía la candidata en el cargo por el que nos pedía votáramos por ella, cuán comprometida estaba, de pies a.... bueno... cuán comprometida estaba con su causa. Al parecer, no la entusiasmaba que se mostraba en público.

Lo entiendo de Abugattás que nunca ha escondido su desagrado por los periodistas y que, aunque ha aprendido bastante con y de ellos, todavía se deja arrancar fácilmente titulares de indulto que luego tiene que salir a explicar. Lo entiendo hasta de Vargas Llosa, que debe ser El Peruano más ilustre más injustamente vilipendiado por su entereza humana y su honestidad cívica y política. Los entiendo pero no comparto.

Entiendo que no tengan la suficiente distancia y neutralidad como para opinar sopesando pros y contras universales. Esa ley no puede sino rebajar nuestro nivel de democracia. Esa ley solo protegerá a los corruptos de siempre más que a los honestos vejados. Porque la Ley Mordaza dice que solo se podrá difundir un material que sea delictuoso. Y para empezar, los periodistas no son jueces para determinar un delito a priori, antes de un proceso.

Es absolutamente absurdo, de espanto y muy de gobierno de facto, general Abugattás, proponer una instancia del Ministerio Público para que “revise y autorice” los contenidos que podrá difundir un periodista.

Por último, hay muchísimos casos de conductas reprobables, inmorales en la función pública o sancionables en la administración, que no necesariamente son delito. Esas tampoco se podrán difundir, según la mordaza.

Señor Presidente, usted prometió una y otra vez en campaña respetar todas las acepciones de libertad de información. Podrá cambiar de modelo económico, podrá cambiar de polo rojo al blanco, podrá cambiar de asesores, de vicepresidente, de congresistas, pero señor Presidente, no cambie, no trueque, no devalúe la democracia recortando uno de sus fundamentos.

La carne sale con hueso, y nadie más que los periodistas odiamos el hueso de cada día en la prensa porque nos desprestigia, como gremio, enferma a la sociedad, la contamina. Pero el hachazo para esos huesos ya existe, ya hay legislación para castigar a los difamadores. Que no le hagan creer otra cosa. La carne hay que cuidarla como oro de Cajamarquilla. La carne vale la pena del hueso. La carne es su principal credencial de democracia. La Libertad recortada, no es libertad. Punto.

1 comentario:

  1. Reproducimos este artículo de Claudia por considerarlo muy valiente y sincero, además de autocrítico. Sin duda, Claudia es el mejor jale de LA PRIMERA en esta temporada. Ojalá que la realidad peruana la vaya radicalizando aún más, con tropiezos, quizá, pero sin retrocesos. JGPR.

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