miércoles, 2 de abril de 2014

TODAS LAS VECES QUE ALAN GARCÍA SE SALVÓ DE LA JUSTICIA

Por Dánae Rivadeneyra (UTERO.PE)

El Poder Judicial  declaró nulo todo el informe final de la Megacomisión, donde se recomendaba acusar constitucionalmente al expresidente Alan García por las irregularidades cometidas durante su segundo gobierno. Coincidentemente, también venció el plazo de vigencia de esta comisión. Es decir, si se quisiera volver a investigar a Alan García, se tendría que formar una nueva comisión.

Por más increíble que parezca, esta no es la primera vez que Alan García se salva de ser investigado directamente. Desde su primer gobierno hasta el fin de su segundo mandato, Alan García ha sido seriamente vinculado con actos de corrupción y violación a los derechos humanos. Sin embargo, él ha sabido driblear como nadie a la Justicia.

“Los crímenes de Alan García son tan horrendos como los de Fujimori, pero por más indicios que se han encontrado, el Ministerio Público ha jugado siempre a su favor”, dice Gloria Cano, directora de APRODEH. “Lo máximo que se ha logrado es que sea llamado como testigo” continúa Julio Arbizu, exprocurador anticorrupción.

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

La estrategia con la que Alan García ha enfrentado las investigaciones ha dependido de quién es el investigador al que se enfrenta. Por ejemplo, en el caso de la Megacomisión, “la defensa de García ha tratado de anular todo el proceso recurriendo a acciones de amparo”, señala el congresista Sergio Tejada. En otras ocasiones ha jugado en pared con aliados políticos. Por ejemplo, en el 2001, gracias a la influencia de los fujimoristas, consiguó la prescripción de los casos de corrupción de su primer gobierno. Pero, cuando las cosas se han puesto más complicadas, curiosamente, el Ministerio Público ha archivado las investigaciones o ha decidido que no “hay mérito para iniciar una investigación”.

En el caso narcoindultos, la procuraduría le presentó al Fiscal de la Nación, José Pélaez Bardales, algunas de las fichas de conmutaciones “de puño y letra de García donde él cambiaba la fecha de la condena”, la institución que dirige Peláez Bardales no las aceptó aduciendo que “no hay rigor probatorio” y que ya había una investigación en curso iniciada por el Congreso, recuerda Arbizu. “El que haya una investigación no quiere decir que no se pueda iniciar otra. Lastimosamente, cuando el Fiscal da respuestas así de absurdas no hay a dónde más acudir”, afirma el procurador anticorrupción Christian Salas.

Algo parecido sucedió en el caso de enriquecimiento ilícito, rápidamente archivado por Peláez. Aunque la Procuraduría Anticorrupción pidió ampliar la investigación y aportó nuevos indicios, el Fiscal no los aceptó. “Existe una inclinación de parte del Ministerio Público por ser más flexibles con ciertas figuras prominentes del APRA", sentencia Arbizu. Lo cierto es que en los casos de corrupción a los que Alan García estaba vinculado ha existido más de una extraña coincidencia que lo ha librado de ser investigado.

LOS PETROAUDIOS Y BTR

En octubre de 2008 se desató el escándalo de los petroaudios: interceptaciones telefónicas ilegales en las que se escuchaba a funcionarios de la administración de García traficar con sus influencias para otorgar contratos con el Estado. Los principales actores de aquella tragicomedia fueron Alberto Químper de Perupetro y el aprista Rómulo León, a quienes el país entero escuchó hablar de “aceitadas” para conseguirle favores a la empresa petrolera noruega Discover Petroleum Company.

Los audios pusieron al descubierto toda una maquinaria de ‘chuponeo’ que terminó con la salida de Jorge del Castillo, entonces Primer Ministro, junto a todo su gabinete. Más tarde supimos de la estrecha amistad de García con el dueño de Bussiness Track, de sus reuniónes con Fortunato Canaán, de las llamadas de Rómulo León a Palacio de Gobierno, etc.

La investigación se inició ese mismo año y se dividió en dos: por un lado el caso Businnes Track que incluía sólo a los chuponeadores; y por el otro, el caso Petroaudios que pretendía indagar sobre los casos de corrupción que se desprendían de las conversaciones e involucraban a funcionarios de la administración aprista que habían vendido favores.

 “Lo de BTR se resolvió con una celeridad asombrosa para el promedio de los casos peruanos”, señala Julio Arbizu. Efectivamente, el caso BTR concluyó con la encarcelación de los responsables materiales. Sin embargo, “han pasado seis años desde que se inició la investigación por el caso petroaudios y ni siquiera estamos en el jucio oral”, dice el procurador Salas.

Lo más preocupante del caso es que prescribirá en octubre. Pero este es un final anunciado si se tiene en cuenta que las irregularidades comenzaron desde las primeras detenciones. Cuando se inició la investigación, el fiscal encargado, Óscar Zevallos sólo notificó a la Procuraduría de Energía y Minas como representante del Estado y no a la Procuraduría Anticorrupción, cuando los delitos investigados eran competencia de ésta. Luego, se ha obstaculizado el proceso con el contínuo cambio de fiscales. En total han sido cinco los que han visto el caso. Primero fue Óscar Zevallos, luego Juana Meza, seguida de Flor de María Vega, Delia Espinoza y Milagros Mora, actual fiscal encargada.

“Este cambio constante de fiscales ha sido un problema porque es un tema inmenso y justo cuando el fiscal termina de estudiarlo, lo cambian por uno nuevo. Resulta bastante sospechoso”, señala Christian Salas.

En lo referido a los informantes del caso BTR también hay hechos más que sospechosos. Por ejemplo, los marinos Ismael Matta Uribe y Luis Amengual Rebaza se acogieron voluntariamente a la colaboración eficaz, sin embargo, después de dar su manifestación, fueron excluidos del proceso y en vez de ser comprendidos en el caso se les premió con un contrato en los consulados de Patterson, Nueva Jersey, y Nueva York, respectivamente, con un sueldo de 4.500 dólares.

Además, Ismael Matta entregó a la fiscalía un USB con información incriminatoria que hasta ahora no ha sido incluida como prueba del proceso. “Se quedó en manos de (Walter) Milla. Él lo tiene que tener, él nunca lo entregó”, señala Sergio Tejada. En el informe de la Megacomisión, se recomienda que tanto el Fiscal Walter Milla como Jorge del Castillo, sean acusados por el delito de encubrimiento. 

Pero eso no es todo, coincidentemente, el mismo día del primer allanamiento a las oficinas de BTR, la entonces Fiscal de la Nación, Gladys Echaíz,tuvo una cita con Alan García. “Ella dice que fue para discutir un proyecto de ley pero esto resulta una coincidencia inverosímil”, afirma Tejada.

Otro hecho llamativo es que el General de la Policía en retiro, Miguel Hidalgo, entonces ministro del Interior decidió que sea la Dirección Antidrogas (DIRANDRO) la que se encargue del caso y no la División de Investigación de Delitos de Alta Tecnología (DIVINDAT). Hidalgo justificó su decisión argumentando quela DIVINDAT no tenía los recursos suficientes. Como es de imaginar, la decisión de Hidalgo sólo trajo dificultades a la investigación. En un posterior allanamiento a la casa de la analista de BTR, Giselle Gianotti, en enero de 2009, se incautaron cuatro USBs que en el traslado hacia la DIRANDRO fueron cambiados por otros. La fiscalía recién se percató del cambiazo en marzo de 2010. Es decir, un año y dos meses después.

Las pruebas siguieron desapareciendo. La madrugada del lunes 4 de mayo del 2009, un “intruso” ingresó al despacho de la jueza María Martínez Gutiérrez, en el cuarto piso de Palacio de Justicia, y borró 592 archivos (audios y correos electrónicos) de dos USBs incautados también a Giselle Gianotti. Pero no es sólo la desaparición de pruebas lo que juega en contra del esclarecimiento de esta investigación. “Hay muchos audios y archivos que están lacrados. Hemos pedido al juzgado, a la fiscalía que (los) saquen y se abran y escuchen pero se han negado”, señala el procurador Salas.

A todo esto se suman también las dilaciones para empezar con el juicio oral. La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia pedía que para iniciar la fase oral se notificara a Discover Petroleum, incluida en la investigación como tercero civil responsable. El problema con este pedido es que Discover Petroleum ya no existe. “Nosotros pedimos que se inicie el juicio y se les envíe lo actuado pero hasta ahora no hay fecha cierta”, comenta Julio Arbizu. Mientras tanto,los involucrados en este caso están esperando que llegue octubre y se haga el milagro de la prescripción.

LA SOMBRA DE LA PRESCRIPCIÓN ASOMA

Esta no sería la primera vez que la prescripción salva a García de ser investigado. En 1992 se inició un proceso en contra del líder aprista por enriquecimiento ilícito, debido a su supuesta participación en el escándalo del Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), su intermediación en la compra venta de aviones Mirage 2000, además de un evidente desequilibrio patrimonial.

El otro proceso fue abierto en 1994, también por enriquecimiento ilícito, colusión ilegal, negociación incompatible y cohecho pasivo, además se le acusaba de entregar sobornos para otorgar los derechos de construcción del tren eléctrico al consorcio italiano Tralima. Convenientemente, Alan García huyó del país y se refugió en Francia y Colombia, esperando que los delitos por los que se le acusaba, prescriban. El futuro del caso petroaudios parecería seguir el mismo camino. 

LOS FANTASMAS DE LAS MATANZAS

Si el segundo gobierno de García se caracterizó por los escándalos de corrupción, el primero estuvo marcado por graves delitos de violación a los derechos humanos.

El caso Cayara es uno de los que más llama la atención debido a las irregularidades que se cometieron. Entre los días 14 y 20 de mayo de 1988, un total de 39 campesinos del distrito de Cayara, Ayacucho,fueron asesinados de manera sistemática por un grupo de militares. Los pocos pobladores que quedaron vivos de aquella masacre, convertidos en testigos, fueron asesinados meses después.
“El Fiscal Carlos Escobar Pinedo estuvo encargado de la información, él le pidió ayuda a García para proteger a los testigos, le dio sus nombres, y al poco tiempo casi todos fueron asesinados”, señala Gloria Cano, directora de APRODEH.

Ese mismo año, la Comisión del Senado encargada de investigar la matanza negó los crímenes. Los únicos que discreparon fueron los senadores Javier Diez Canseco y Gustavo Mohme Seminario.
En el año 2005, la Fiscal Cristina de Olazábal incluyó a Alan García en la investigación del caso Cayara como responsable político junto a otros tres jefes militares y cuatro senadores. Poco tiempo después la fiscal fue removida de su cargo. Su sustituta, la fiscal Miluska Cano excluyó a Alan García de la investigación.

El caso de la matanza en El Frontón, en 1986, fue similar. A pesar de que 33 internos fueron ejecutados, el caso fue sobreseído por falta de pruebas. En 1990, una Comisión Investigadora del Congreso determinó que altos funcionarios civiles y militares estaban implicados en la masacre y acordaron emitir un informe al Ministerio Público pero el APRA, con el apoyo de los fujimoristas de Cambio 90, logró los votos necesarios para rechazar la acusación.

En el 2005, el Fiscal superior Edgar Chirinos ordenó al fiscal provincial Mario Gonzáles reabrir la investigación contra el expresidente Alan García y todos los miembros del Consejo de Ministros de 1986. Sin embargo, el 26 de enero de 2006, la 5ta Fiscalía Supraprovincial, a cargo del fiscal Mario Gonzáles, resolvió el archivo definitivo del caso. Finalmente, en setiembre de 2013, el Tribunal Constitucional afirmó que lo sucedido en el Frontón no constituye un delito de lesa humanidad poniéndole fecha de “prescripción” a aquella ejecución extrajudicial.

“Hay un poder oculto detrás del Ministerio Público que ha impedido que se investigue”, afirma Gloria Cano, directora de APRODEH. “Yo estoy muy decepcionado del subsistema y con la nueva elección del fiscal no parece que el panorama vaya a mejorar”, finaliza el exprocurador anticorrupción, Julio Arbizu.

lunes, 31 de marzo de 2014

FUTURO MATRIMONIO DE UN HOMBRE CON SU PERRA

¿ Hasta dónde llegará la degeneración del ser humano ? No contentos con amarse entre individuos del mismo sexo, contraen matrimonio y hasta pretenden adoptar un hijo, sin tomar en  cuenta los derechos humanos de ese niño. Y todo eso, según los homosexuales y sus patrocinadores, en nombre de las libertades (libertinaje) y la modernidad. Ahora ya han llegado a enamorarse de su perro y pronto convivirán con sus mascotas, para luego  luchar por una ley que permita el matrimonio entre un animal y su dueño  (amante).

Y todos cuantos estamos en contra de esas perversiones, somos calificados como cavernarios y anticuados. No olvidemos que la caída del Imperio Romano no se debió tanto a las invasisones de los bárbaros, sino a la descomposición moral interna y la degeneración de sus costumbres.

eFotógrafo capta imágenes de apasionados besos entre perros y amos. (Foto:Chris Sembrot)

Perú, calabozo perpetuo

Por Eduardo Gonzales Viaña

Perú, calabozo perpetuo

Ocurrió en 1920, y ha seguido ocurriendo en el Perú. El calabozo es una forma de aislamiento penitenciario que se aplica por algunas horas o días a los reos que han estado observando mala conducta.

Luego de ser conducido a la cárcel de Trujillo, César Vallejo fue llevado a un calabozo que llamaban el “infierno”. Este innecesario trato le era inferido para humillarlo y ponerlo cerca de un preso que intentaría matarlo.

Muy decaído, pero sin perder la dignidad, salió de allí el poeta tres días después. El alcaide le pedía que presentara sus generales de ley.
—Usted me debió ser presentado apenas llegó a la cárcel. ¿Dónde dice que lo han tenido?
—En el infierno.
—¿En el infierno? Ya averiguaré quién recibió dinero para ponerlo allí.
Pero, señor Vallejo, usted está equivocado. Eso que usted llama el “infierno” es, en realidad, un calabozo, o algo mejor que eso. Lo llamamos sala de meditación.

Ocurrió en 1920, y ha seguido ocurriendo en el Perú. El calabozo es una forma de aislamiento penitenciario que se aplica por algunas horas o días a los reos que han estado observando mala conducta. Si ese régimen se prolonga, entra dentro del concepto de “tortura” tal y como lo entiende la Convención de las Naciones Unidas.

En nuestro país, no solamente existe el calabozo sino que hay seres humanos encerrados en él durante más de 20 años. A todo esto se añade que se encuentran en la base militar de una isla que no fue diseñada como centro penitenciario, y que sus familiares sufren duras restricciones para poder visitarlos. La madre de Víctor Polay murió hace unos meses luego de haber sido el rostro que él podía ver unas cuantas veces en el año.

Todo esto es inhumano y degradante. Así lo han entendido los jueces Óscar Sumar Calmet y Julio Biaggi Gómez, quienes ordenaron el traslado a un penal del INPE para Víctor Polay Campos, Miguel Rincón Rincón y Peter Cárdenas Schulte y Óscar Ramírez Durand.

Satanizados por toda la prensa e incluso amenazados, los jueces han ratificado su sentencia y han defendido la capacidad que tiene todo tribunal -y no los periódicos ni los otros poderes del estado- de interpretar la ley con justicia.
 
De forma increíble, el defensor del pueblo ha dicho que es sumamente peligroso poner a esos presos en un penal común. Por supuesto que eso no es cierto. Personas que llegan a la tercera edad luego de haber sufrido tan feroz aislamiento están muy lejanas de parecerse a un Rambo.

Como lo han señalado los especialistas, en condiciones de aislamiento prolongado se produce primero la desocialización o la pérdida de capacidad para relacionarse con la gente. Los prisioneros pueden perder incluso las capacidades de verbalizar oralmente o de distinguir los colores. La falta de contacto humano puede suponer la pérdida de la capacidad táctil o el sentir cualquier proximidad como una amenaza En definitiva, los efectos del aislamiento suponen una paulatina destrucción de la persona humana y son una agresión permanente contra aquella y un escarnio contra la misma condición humana.

No. El defensor del pueblo no los teme. Lo que ocurre es que quiere sumarse a quienes reclaman venganza. Quiere evitar que lo confundan porque, al fin y al cabo, una sociedad que tortura obliga a tener personas que aceptan, que se acobardan o que fingen no saber lo que está ocurriendo. Lo curioso es que no es ésta la misma regla con que se mide al Sr. Fujimori, autor de crímenes contra la humanidad. ¿Es él otra clase de terrorista con quien veladamente debemos estar de acuerdo?

Sé que es impopular e incluso peligroso pensar en el Perú de esta manera, y sobre todo expresarlo. Debería sentir miedo. Más miedo me da, como cristiano, el ser preguntado mañana por el más alto de los jueces si en los días de mi vida fui compasivo, y por lo tanto bueno, y si me sobrepuse a las amenazas y aprendí a ser valiente, hombre libre y de buenas costumbres.

sábado, 29 de marzo de 2014

LOS FUNERALES DEL APRA

Alberto Adrianzén

Los funerales del APRA

Ya no predica el cambio y las transformaciones, como en el pasado; ahora se presenta como la alternativa frente a los “nuevos populismos”.

Hace muchos años, cuando era universitario, en las asambleas solíamos gritar el “APRA nunca muere, vive de rodillas”. Ello simbolizaba el viraje a la derecha del aprismo en esos años y, también, una suerte de conciencia de que el aprismo, simplemente, como expresaba la consigna, iba a prevalecer en el tiempo.

El Partido Aprista Peruano, como sabemos, jugó un papel importantísimo en la historia política peruana del siglo XX. Junto con los comunistas, el aprismo expresaba una nueva representación política de las nacientes clases populares y medias en esos años. Las elites que gobernaban el país en esos tiempos decidieron por Sánchez Cerro y, más tarde, por la abierta dictadura. Es la ruptura, como bien lo señalaron Alberto Flores Galindo y Manuel Burga, entre las elites dominantes y sus intelectuales. Pasaron muchos años para que la derecha vuelva a tener intelectuales en el país.

El APRA, en aquel contexto, se convirtió no solo en el principal partido popular en el país sino también en una suerte de modelo político para otros partidos de la región. No debemos olvidar que tanto el discurso como la revolución que proponía el aprismo eran continentales. Años después, surgieron partidos similares en la región: Acción Democrática en Venezuela, Liberación Nacional en Costa Rica, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en Bolivia. Incluso, el movimiento peronista en Argentina, en cierta forma, es también inspirado por el aprismo. La llamada “tercera posición” de Perón le debe mucho a aquella frase de Haya de la Torre “ni con Washington ni con Moscú”.

Las virtudes del Partido Aprista Peruano fueron varias. Acaso la más importante fue crear un “pueblo aprista”, esa suerte de alianza entre los trabajadores manuales e intelectuales, que se convirtió en una subcultura política que permitía asegurar la continuidad, como se decía antes, “de padres apristas, hijos y nietos apristas”. Además, erigir una hegemonía en el mundo popular y sindical, una sólida ideología y una jefatura moral y políticamente indiscutible como fue la de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Esas virtudes, más otras, como la de tener una consistente dirección política con dirigentes como Armando Villanueva, Ramiro Prialé, Luis Alberto Sánchez y Manuel “cachorro” Seoane, fueron las que permitieron al APRA tejer esa lealtad política con sus seguidores y electores. En ese contexto, el partido podía virar a la izquierda o a la derecha porque contaba a su favor con la adhesión de sus seguidores y el fuerte enraizamiento en el mundo popular o plebeyo.

Sin embargo, en los años cincuenta, el APRA, como anota Osmar Gonzáles, no pudo representar a las nuevas clases medias que se alinearon con Acción Popular y el social progresismo, ni tampoco a los migrantes que comenzaban a poblar las ciudades de la costa, en particular Lima, que poco a poco fueron representados por una izquierda variopinta. Es durante esos años cuando comienza la decadencia del aprismo y su abierto viraje a la derecha, como lo expresó, sin ambages, su alianza con Prado y Odría.
Los funerales del APRA

A diferencia del peronismo argentino, que mantiene una existencia activa en el mundo popular y sindical que le ha permitido girar a la derecha (Menem) o la izquierda (Kirchner) sin perder presencia en esos ámbitos, es decir, mantener el “pueblo peronista” y renovarse con un discurso y una práctica popular y plebeyos, el APRA poco a poco fue perdiendo y desmantelando su presencia en el mundo popular. Su último intento de acercamiento se produjo durante el inicio del primer gobierno de Alan García, que duró poco, porque pronto comenzó su desplazamiento definitivo hacia la derecha.

Lo que quiero sustentar es que el APRA, a diferencia del peronismo, no tiene ninguna capacidad de renovación luego de su viraje a la derecha. Sin un “pueblo aprista” que lo siga, sin una presencia activa en el mundo sindical, salvo las mafias que se mueven en construcción civil, con una “nueva ideología”, que es la apología de la globalización y del capitalismo mundial, sustentada en la “teoría del perro del hortelano” y en los últimos libros de García, que renuncia a la integración regional que fue parte medular del inicial discurso aprista -no en vano García es el impulsor de la Alianza del Pacífico-, hoy, el APRA ha perdido sus viejas lealtades políticas y su capacidad de renovación.

Ya no predica el cambio y las transformaciones, como fue en el pasado; ahora se presenta como la alternativa frente a los “nuevos populismos” que hoy aparecen en el país. La comprobación de todo ello fue el triunfo electoral de García en el 2006 frente a un candidato que, curiosamente, levantaba algunas de las viejas banderas del aprismo.

No es extraño que hoy el partido aprista esté envuelto en el lodazal de la corrupción y unido a la extrema derecha nacional y regional que intenta ganar terreno luego del viraje hacia la izquierda de la región.
Es el fin de un viejo partido populista y su conversión abierta y sin vuelta atrás en un partido de derecha y, diría, en una mafia política. Su actual “martirologio”, si cabe la expresión, tiene relación con la corrupción y no con las luchas del pueblo como fue en el pasado.

Hoy asistimos a los funerales políticos del APRA, el abandono de sus originales banderas programáticas es uno de los principales motivos, pero fue, sin duda, Alan García y su última gestión presidencial, quien le infligió la herida de muerte.

viernes, 28 de marzo de 2014

LA VERDAD SOBRE VENEZUELA



Por FRANCESCA EMANUELE

Muchas personas están verdaderamente confundidas respecto a lo que viene ocurriendo en Venezuela en las últimas seis semanas. Los medios de comunicación muestran imágenes de estudiantes en las calles, y reportan la muerte de más 30 personas al haber sido presas de un gobierno represivo que está “tomando medidas enérgicas” contra la disidencia. Se informa que, aparentemente, las protestas han sido motivadas por la escasez de bienes de consumo, la inflación, la criminalidad y, ahora, por supuesto, la “represión del gobierno”. 

Sin embargo, todas estas “informaciones” vertidas por los medios comienzan a perder credibilidad al escarbar mínimamente detrás de ellas. En primer lugar, alrededor de la mitad de los 36 muertos reportados parecen haber sido asesinados por protestantes: estos incluyen a cinco personas que fueron baleadas tratando de desmontar las barricadas de los protestantes o pasar a través de ellas; a seis guardias nacionales que recibieron diversos disparos; y a siete personas asesinadas a raíz de haber chocado o topado con las barricadas (incluyendo a dos personas decapitadas por un alambre que había sido extendido, por los protestantes, a lo ancho de la carretera). Si bien no debería haber ningún muerto causado por la represión estatal, lo cierto es que solo un número muy pequeño de las muertes pueden ser atribuibles a las fuerzas de seguridad del Estado. Además, al menos 15 agentes de seguridad del Estado han sido enviados a prisión por presuntos abusos y actos de violencia contra los manifestantes, algo que les puedo asegurar que no existe en Perú cuando nuestros “policías antidisturbios” se ensañan con los manifestantes.  

Asimismo, estas protestas no parecen ser producto de cualquier agravio específico causado por el gobierno electo. Por supuesto, la escasez y la inflación son un problema importante, pero lo es mucho más para las personas que carecen de recursos económicos, que para los manifestantes y sus adinerados partidarios. Según informes de prensa, las protestas se han limitado a solo 18 municipios de 335 en Venezuela, y estas son algunas de las zonas más ricas del país. Todas las encuestas realizadas revelan que la gran mayoría de los venezolanos están en contra de las protestas, y ha habido numerosos artículos en la prensa acerca de cómo casi no hay manifestantes de escasos recursos o de clase trabajadora.

Una explicación política sería la más precisa para entender lo que está impulsando las protestas. Los dos líderes principales de las revueltas, Leopoldo López y María Corina Machado, representan la extrema derecha de la oposición que quiere derrocar al gobierno democráticamente electo. Estos dos líderes, que vienen de y representan a las personas más ricas del país, participaron en el golpe de 2002 que derrocó brevemente al gobierno democráticamente electo de Hugo Chávez. Corina Machado incluso firmó el decreto del gobierno de facto, que abolió la Constitución, el Tribunal Supremo y la Asamblea Nacional.
Otra cuestión crucial es quitarnos la idea de que estas protestas están organizadas en torno a quejas específicas, como las manifestaciones en Brasil del año pasado, que reunieron a personas en contra del aumento del coste del billete de autobús y de las millonarias inversiones en la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos; o con las protestas de los estudiantes chilenos de 2011-2013, que se organizaron para demandar mayores niveles de acceso a la educación. Desde el principio, las consignas de estas protestas y sus líderes políticos de extrema derecha fueron dirigidas a “la salida”, buscando anular los resultados de las elecciones de 2014.

Todos los gobiernos de Sudamérica entienden lo que está pasando en Venezuela; por eso, el 7 de marzo se opusieron a intervenir cuando el gobierno de los Estados Unidos trató que la OEA lo hiciese. Por un margen de 29 a 3 –con solo los gobiernos de derecha de Panamá y Canadá apoyando Washington–, la OEA votó y declaró su “solidaridad” con el gobierno de Venezuela.

Es únicamente debido a la tergiversación sistemática de los medios de comunicación que el movimiento antidemocrático, de gran parte de los protestantes, tiene cierta credibilidad. Y claro, no hay que olvidarnos del apoyo de Washington, que incluye dinero ($5 millones en el actual presupuesto federal de los EEUU a la oposición venezolana) y un montón de influencia sobre los medios de comunicación internacional. Mientras tanto, los invito a que ustedes escarben detrás de las noticias que reciben en este país cooptado por la derecha. Los invito a que no dejen que les sigan tomando el pelo. 

¡ LA GRAN TRANSFORMACIÓN !

Foto: Jaja ;

sábado, 22 de marzo de 2014

LA GUERRA DEL SALITRE VISTA DESDE CHILE POR UNA HISTORIADORA PERUANA


Por Daniel Swinburn
Carmen Mc Evoy es muy conocida en nuestro medio, entre los historiadores. Al revisar en su libro la larga lista de agradecimientos a colegas chilenos vivos que le ayudaron de una u otra manera a dar a luz esta investigación, pareciera que no se omite a “nadie”, conocedor de la historia de Chile del siglo XIX. También despierta curiosidad la amplia gama de archivos, fondos y bibliotecas chilenas revisadas por McEvoy durante varios años. Este es un libro íntegramente investigado en Chile, pero también, podría afirmarse, socializado acá. Carmen Mc Evoy conoce aristas de la sociedad chilena actual, lo que seguramente hará que su libro no se lea sólo como un mero ejercicio disciplinario. “Guerreros civilizadores: política, sociedad y cultura en Chile durante la Guerra del Pacífico”es el resultado de un largo y ambicioso plan de investigación que edita Ediciones Universidad Diego Portales.
Carmen Mc Evoy es historiadora y profesora en University of the South, Sewanee (EE.UU.). Sus última publicaciones son: “Funerales Republicanos en América del Sur: Tradición, ritual y nación” (Santiago, 2006); “La República Peregrina. Hombres de armas y letras en América del Sur, 1800-1884″ (Lima, 2007), y más recientemente “Soldados de la República: Guerra, correspondencia y memoria en el Perú, 1834-1844″ (Lima, 2010).

- Como historiadora peruana, ¿cuál es su motivación para estudiar la Guerra del Pacífico desde la óptica de la república vencedora?

“La Guerra del Pacífico es uno de los eventos más importantes del siglo XIX en Sudamérica. El conflicto armado significó un cambio radical en las fronteras de Bolivia, Chile y el Perú. La derrota por un lado y la victoria por otro colaboraron en la forja de mentalidades, conductas e incluso actitudes muy particulares. En mi caso específico, es obvio que como ciudadana peruana no puedo escapar de una historia nacional que me ha marcado, sin embargo, como latinoamericanista, pienso que la pasión que la guerra aún despierta no ha permitido que se le estudie como un hecho del pasado. Un hecho que tiene un contexto, una dinámica y una lógica política y cultural sumamente interesante.

Por mucho tiempo la historiografía peruana estuvo entrampada en una visión “traumática” de la guerra. Una visión que anteponía la humillación y el dolor, un enfoque tremendista de la derrota, a la asimilación racional y analítica del acontecimiento dentro del marco de la construcción republicana peruana. Mirar al otro bando permite salir de dicho entrampe, insertar la contienda en un marco más amplio; el gran contexto de la Guerra del Pacífico es el de la construcción de estado-naciones en el viejo territorio del Virreinato del Perú. Y, en ese sentido, la “marginalidad” chilena frente a la “centralidad” peruana fue más favorable para forjar un estado-nación más apto para afrontar los retos de la cohesión interna y la consolidación externa que trajo la “era del capital”.

- Desde el punto de vista de la tradición historiográfica y narrativa chilena sobre este hecho, ¿cuál es la contribución que quiere hacer usted a dicha tradición con su libro?

“Aunque mi libro se sitúa, más bien en el debate latinoamericano sobre la construcción de naciones en el XIX, reconozco que puede significar un aporte crítico al debate historiográfico propiamente chileno sobre el tema; del singular nacionalismo chileno, sobre todo; singular por su cohesión interna y su agresividad (por la razón o por la fuerza) de índole portaliana. Una mirada desde los bordes, una suerte de ‘visión de los vencidos’ obliga a revisar visiones celebratorias o teleológicas, largamente establecidas”.

- Y en su país, ¿cómo se inserta este libro dentro de la tradición de historiadores sobre la Guerra del Pacífico?

“Como dije antes, la historiografía peruana de las últimas décadas ha pugnado por romper la visión “traumática” de la guerra. Una visión estacionaria e infértil que ha comenzado a ser desplazada por investigaciones que, por ejemplo, exploran la dimensión regional de la guerra, la participación indígena, la dimensión internacional, la ocupación y, por supuesto, la dimensión propiamente militar. La campaña de la Breña, en particular, emerge como tema favorito, no sólo por razones patrióticas sino porque aparece como una ventana para explorar aspectos muy complejos de la sociedad peruana atizados y revelados por la dinámica bélica. En mi caso, al haber tenido la oportunidad de trabajar archivos chilenos, no solamente he logrado dar una visión del contendor sino iluminar aspectos importantes de la guerra al poder consultar imprescindibles fuentes peruanas retenidas hace más de un siglo en archivos chilenos”.

- Este libro está realizado a partir de archivos exclusivamente chilenos. ¿Pudo acceder a documentos, cartas y otro tipo de fuentes que constituyeran una novedad para el estudio de la guerra?

“Aparte de una amplia consulta de la prensa regional, de los Ministerios de Guerra, de Gobierno, de las cartas de presidentes, militares, ministros y soldados, las fuentes procedentes del archivo de Benjamín Vicuña Mackenna me han permitido no sólo reconstruir el discurso del nacionalismo chileno sino rastrear su influencia específica en los múltiples actores de la guerra. Lo anterior ha sido posible debido al excepcional trabajo de recopilación documental y testimonial realizado por Vicuña Mackenna, quien se propuso escribir una suerte de historia de la guerra en tiempo real. El político y periodista articuló una excepcional maquinaria comunicacional que incluía desde la captura de documentos peruanos como parte del esfuerzo bélico hasta la entrevista a cientos o acaso miles de soldados que retornaban del campo de batalla”.

- ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en los archivos chilenos?

“El orden, la amplitud y la fuerte institucionalización de los archivos chilenos es lo que me ha permitido la detallada reconstrucción que mi libro presenta; ese nivel de detalle es imprescindible para la confección de un libro que, más que demostrar una determinada teoría, presenta la historia de una vanguardia política confrontada con la contingencia y, subsecuentemente, cómo esa vanguardia fue capaz de montar acaso la más notable y eficiente maquinaria de guerra del XIX latinoamericano”.

- El libro maneja como concepto clave aquel que titula el libro: “Guerreros civilizadores”. ¿Cuál es el significado de este concepto en el desarrollo de su tesis?

“Recobra para nuestra comprensión de la historia el papel de las ideas, de la ideología, como la argamasa que cohesiona e imprime dirección a miles de voluntades individuales. En este caso, esa idea era que la guerra contra Bolivia y Perú -con todas sus implicancias morales, psicológicas, humanitarias- era, fundamentalmente, un imperativo de la historia, el choque inevitable entre la marcha de Chile hacia la civilización que, para concretarse, debía superar el obstáculo del ‘atraso’ y la ‘barbarie’ de sus vecinos norteños. Una especie de ‘destino manifiesto’ que, en rigor, propiciaba una reescritura de la historia en la que el viejo territorio remoto ajustaba cuentas con la vieja metrópoli colonial”.


- ¿En qué medida piensa usted, los trabajos históricos recientes pueden contribuir a distender la mirada actual que existe en Chile y Perú sobre la Guerra del Pacífico?

“En la medida que se profundiza en su estudio, la Guerra del Pacífico es menos memoria lacerante o epopeya espartana y más pasado histórico, lo que abre las puertas para elaboraciones menos pasionales y más racionales y realistas. Pienso que si la guerra deja de habitar en el presente, es decir si la transformamos en objeto de estudio, ella puede convertirse en un laboratorio fascinante para los historiadores de la región”.


* Publicado en el diario El Mercurio, de Chile, sección Artes y Letras, el 21 de agosto de 2011.