Solo a un gobernante ingenuo y a un canciller servil se les ha podido ocurrir la firma de un pacto de no agresión con Chile. El país sureño jamás firmará un tratado de esa naturaleza, porque su doctrina nacional, desde el siglo XIX, es la expansión territorial hacia el Norte, es decir, el Perú. La razón es que este país es paupérrimo en recursos naturales y su población sigue creciendo, por tanto, su espacio vital se va reduciendo cada vez más, hasta que llegue el momento en que ya no dará para más y entonces iniciará una agresión contra el Perú, con cualquier pretexto inventado por ellos mismos. Por eso se están armando hasta los dientes, especialmente en el mar, porque- contrariamente a los gobernantes peruanos- ellos han aprendido de la historia y saben que en ese espacio se decidirá el resultado del conflicto. García no empecina en no comprender esta realidad, por su mentalidad de empresario: prefiere un blitzkrieg de los chilenos y no una guerra larga en la que los millonarios tendrían mucho que perder. Por eso mantiene a nuestras Fuerzas Armadas en estado calamitoso. El Perú debe armarse para disuadir a Chile de cualquier aventura belicista.
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