domingo, 8 de mayo de 2011

LIMA CONTRA EL PERU

A veces nos sentimos tentados de despotricar contra esta Lima, como lo hicieron a su debido tiempo grandes escritores como Federico More ("Lima contra Chile, Perú y Bolivia") y Sebastián Salazar Bondy ("Lima la horrible"). Con sus 8 millones de habitantes, Lima sigue mostrando "la indiferencia con que tantas veces rehuyó la cita con el dramático país que fue incapaz de presidir con justicia" como la acusaba S.Salazar B. a mediados del siglo pasado.

Hoy, como antes, esta ciudad está totalmente de espaldas al Perú, ajena a sus lacerantes problemas, ignorante de cuanto ocurre en el resto del país. La pobreza extrema, la desigualdad reinante en las regiones no parece interesar, ni preocupar al limeño que solo sabe mirar hacia Estados Unidos o Europa, en busca del último alarido de la moda o de cualquier cantante mediocre que anuncie su venida a la capital. El limeño carece de conciencia de clase, busca desesperado ascender de status social y econòmico y equipararse en lo posible, en pensamiento, palabra y obra, a los habitantes de los barrios residenciales. Vive el día a día, no piensa en el futuro del país, ni en los acuciantes problemas socio-económicos. Su felicidad máxima consiste en vestir a la moda y divertirse los fines de semana.

Curiosamente, aun los migrantes del interior son inmediatamente absorbidos por el medio capitalino y poco a poco se van alejando hasta de los espectáculos folclóricos dominicales. Son estos pobladores, amantes de recibir limosnas y regalos a cambio de asistir a los mítines fujimoristas, quienes venden su voto por un plato de lentejas. Ellos, junto con los segmentos A y B y la clase media, pretenden definir el triunfo del próximo presidente del Perú. En otras palabras, Lima quiere, como tantas veces en la historia republicana, imponer a todo el paìs un candidato que serviría mejor como su Alcalde. - como García que se pasó los cinco años inaugurando pequeñas obras - pero no como un presidente de toda la Naciòn Peruana. Esa es la mayor desgracia del momento actual. Pero aún faltan muchas semanas para revertir la tendencia. La última palabra se dirá el 5 de junio. En los ùltimos dìas, la madurez y sensatez de los limeños se impondrá al fin y Ollanta será el vencedor, pues la lògica y la inteligencia deben imponerse, de lo contrario, no tendremos derecho a llamarnos Naciòn, como decía Gonzales Prada.

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