Ing. Adolfo Cueto B.
Pienso, y lo comparto con mis
alumnos, que de todas las carreras o profesiones que se imparten en el país hay
una, en especial, que se
constituye en la columna vertebral de la lucha contra la corrupción: la de
Derecho. Comparto con Uds lo que me ha llevado a esta conclusión:
1. Parto
de una perogrullada como premisa fundamental: si alguna persona comete un
delito la sociedad debe juzgarlo, debidamente, y sancionarlo.
2. ¿Quiénes están facultados, por la misma sociedad, para intervenir y
hacer que se cumpla lo que la ley establece?: los(as) abogados(as) que conforman
el sistema de justicia: fiscales, procuradores, abogados defensores, jueces;
por lo tanto, son ellos y ellas (los abogados-as) los que tienen el poder real
de lograr que la sociedad se pueda resarcir del daño recibido por el accionar
de los malos elementos que la conforman.
3. Cuando vemos cómo en nuestro país la corrupción campea y se
expande de un modo repulsivo, abarcando, prácticamente, a todas las
instituciones del espectro político, económico y social, nos sentimos,
como ciudadanos, impotentes (al no poder hacer nada) y, la vez, indignados al
constatar que los(as) únicos(as) que lo pueden hacer – me refiero a los(as)
profesionales del derecho - se coluden y sirven con total desvergüenza a los
que delinquen sustrayendo el derecho, que tiene la sociedad, de sancionarlos
ejemplarmente.
4. Este accionar indigno ha sido
graficado, de manera magistral, por una frase aparecida en la sección
Biografías Falaces (sección imperdible) del último número de la revista
Hildebrandt en sus trece: “… estudió abogacía, que, tras la muerte de Perry
Mason, se convirtió en todas partes en la carrera favorita del crimen
organizado”.
5. ¿Qué
es lo que ha llevado a este descrédito generalizado de una profesión que debiera
ser respetada y respetable?. Creo que la respuesta la podemos
encontrar y resumir recurriendo a un viejo adagio popular: “crea fama y échate
a la cama”. Pues, justamente, ha sido el “infatigable y ejemplar accionar de
sus miembros la causa principal de ello” (me adelanto a lo que podrían argüir
los defensores de la nobleza de esta profesión: ”sólo son algunos” pero trato
de expresar lo que piensa y siente el común de los ciudadanos sobre lo que,
para ellos – y me incluyo - representa la administración de justicia en el
país: todo huele a podrido, apesta).
6. Ante esta innegable situación nos
preguntamos: ¿cuál es el rol y
la responsabilidad de las facultades de Derecho de las principales
Universidades del país?. ¿No son acaso dichas instituciones las que forman a estos(as)
profesionales?. ¿No les
infunden lo que es la ética, los valores, el principio de que la sociedad está
antes que los individuos y que el dinero? (empero, hay que reconocer que
muchos de éstos principios vienen de casa). También podrán defenderse
diciendo que hay ingenieros corruptos: Pero, claro que los hay!!! como también
los hay médicos, militares, congresistas, etcétera pero si todos ellos burlan
la ley impunemente y no están presos es, justamente, porque hay abogados(as) que se han encargan de que ello
no ocurra. Un(a)
abogado(a) que “asesora” a quien delinque y es tan buen(a) profesional que
logra que su cliente salga “libre de polvo y paja”, impidiendo, de ése modo,
que la sociedad pueda castigarlo como sus actos lo merecen, es tan delincuente
como quien lo(a) contrató. Lo mismo resulta aplicable a jueces, fiscales
y demás (llegado a este punto, creo que debería analizarse la procedencia de
penalizar a estos actores judiciales y tipificar su comportamiento como
cómplices en el delito que tratan de encubrir).
7. ¿Y
el “honorable” Colegio de Abogados?. Bien, gracias. ¿Cuántos letrados han sido
expulsados de la Orden por malas prácticas?. Lamentablemente, en su
mayoría, los Colegios Profesionales han devenido en simples recaudadores de
aportes por lo que mientras más colegiados existan de mayores ingresos
dispondrán (vaya negocio).
Finalmente, una frase que se me acaba
de ocurrir (incluso, creo que podría ser formulada como una especie de ley
social): “hay una
relación directa entre el grado de corrupción existente en una sociedad con la
cantidad y calidad de abogados(as) existente”
No hay comentarios:
Publicar un comentario