lunes, 20 de octubre de 2014

A MAS ABOGADOS, MAS CORRUPCIÓN



Ing. Adolfo Cueto B.

Pienso, y lo comparto con mis alumnos, que de todas las carreras o profesiones que se imparten en el país hay una, en especial, que se constituye en la columna vertebral de la lucha contra la corrupción: la de Derecho. Comparto con Uds lo que me ha llevado a esta conclusión:
1. Parto de una perogrullada como premisa fundamental: si alguna persona comete un delito la sociedad debe juzgarlo, debidamente, y sancionarlo.
2. ¿Quiénes están facultados, por la misma sociedad, para intervenir y hacer que se cumpla lo que la ley establece?: los(as) abogados(as) que conforman el sistema de justicia: fiscales, procuradores, abogados defensores, jueces; por lo tanto, son ellos y ellas (los abogados-as) los que tienen el poder real de lograr que la sociedad se pueda resarcir del daño recibido por el accionar de los malos elementos que la conforman.
3. Cuando vemos cómo en nuestro país la corrupción campea y se expande de un modo repulsivo, abarcando, prácticamente, a todas las instituciones del espectro político, económico y social, nos sentimos, como ciudadanos, impotentes (al no poder hacer nada) y, la vez, indignados al constatar que los(as) únicos(as) que lo pueden hacer – me refiero a los(as) profesionales del derecho - se coluden y sirven con total desvergüenza a los que delinquen sustrayendo el derecho, que tiene la sociedad, de sancionarlos ejemplarmente.
4. Este accionar indigno ha sido graficado, de manera magistral, por una frase aparecida en la sección Biografías Falaces (sección imperdible) del último número de la revista Hildebrandt en sus trece: “… estudió abogacía, que, tras la muerte de Perry Mason, se convirtió en todas partes en la carrera favorita del crimen organizado”.
5. ¿Qué es lo que ha llevado a este descrédito generalizado de una profesión que debiera ser respetada y respetable?. Creo que la respuesta la podemos encontrar y resumir recurriendo a un viejo adagio popular: “crea fama y échate a la cama”. Pues, justamente, ha sido el “infatigable y ejemplar accionar de sus miembros la causa principal de ello” (me adelanto a lo que podrían argüir los defensores de la nobleza de esta profesión: ”sólo son algunos” pero trato de expresar lo que piensa y siente el común de los ciudadanos sobre lo que, para ellos – y me incluyo - representa la administración de justicia en el país: todo huele a podrido, apesta).
6.   Ante esta innegable situación nos preguntamos: ¿cuál es el rol y la responsabilidad de las facultades de Derecho de las principales Universidades del país?. ¿No son acaso dichas instituciones las que forman a estos(as) profesionales?. ¿No les infunden lo que es la ética, los valores, el principio de que la sociedad está antes que los individuos y que el dinero? (empero, hay que reconocer que muchos de éstos principios vienen de casa). También  podrán defenderse diciendo que hay ingenieros corruptos: Pero, claro que los hay!!! como también los hay médicos, militares, congresistas, etcétera pero si todos ellos burlan la ley impunemente y no están presos es, justamente, porque hay abogados(as) que se han encargan de que ello no ocurra. Un(a) abogado(a) que “asesora” a quien delinque y es tan buen(a) profesional que logra que su cliente salga “libre de polvo y paja”, impidiendo, de ése modo, que la sociedad pueda castigarlo como sus actos lo merecen, es tan delincuente como quien lo(a) contrató. Lo mismo resulta aplicable a jueces, fiscales y demás (llegado a este punto, creo que debería analizarse la procedencia de penalizar a estos actores judiciales y tipificar su comportamiento como cómplices en el delito que tratan de encubrir).
7. ¿Y el “honorable” Colegio de Abogados?. Bien, gracias. ¿Cuántos letrados han sido expulsados de la Orden por malas prácticas?. Lamentablemente, en su mayoría, los Colegios Profesionales han devenido en simples recaudadores de aportes por lo que mientras más colegiados existan de mayores ingresos dispondrán (vaya negocio).
Finalmente, una frase que se me acaba de ocurrir (incluso, creo que podría ser formulada como una especie de ley social): “hay una relación directa entre el grado de corrupción existente en una sociedad con la cantidad y calidad de abogados(as) existente”

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