lunes, 21 de junio de 2010

EL MAL ALIMENTADO GARCIA PEREZ


Por Imelda Vega-Centeno B.

Preguntado sobre el retorno de Alberto Pizango, el dirigente de Aidesep, el presidente García anotó: En el Perú se come mejor que en Nicaragua… comentario que sonaba a burla del déficit alimentario que azota a América Central, más aún, me pregunté si esa era la solidaridad indoamericana, pregonada por Haya de la Torre desde los “cinco puntos” de su Programa Mínimo, a fines de los años 20 del siglo pasado.

Pero,quién come mejor en el Perú?, no el presidente García, cuya obesidad no es signo de salud. ¿ El gobierno atiborra de cifras al ciudadano asegurando que casi somos países del primer mundo. Más allá de los números lo real es que el crecimiento macroeconómico del país no ha reducido la desigualdad ni la exclusión en el Perú. Y ese es hoy el problema fundamental. Los alarmantes índices de desnutrición crónica que manejan los organismos internacionales para las poblaciones de los barrios marginales, el campo y muchas ciudades en la sierra y amazonía no confirman que “en el Perú se come mejor”, sino que en el Perú algunos pocos comen bien, otros en exceso y muchos padecen de desnutrición crónica.

¿Conoce el presidente García el índice de desnutrición crónica de las poblaciones aborígenes de la amazonía? ¿Tiene en cuenta que el pescado, una de las pocas fuentes de proteínas animales que consumen, está desapareciendo por la contaminación de sus ríos por actividades mineras, petroleras y por crecimiento poblacional sin servicios básicos?

Los miles de peruanos que migran al exterior en busca de trabajo, ¿lo hacen porque “en el Perú se come mejor”? ¿O es que están buscando asegurar, con muchas dificultades y no pocos riesgos, “el pan nuestro de cada día”? O los estudiantes sanmarquinos, dispuestos a jugarse el futuro de su universidad por “un cuarto de pollo”, lo hacen porque ¿en el Perú se come mejor? Abandonar el país y poner precio a la dignidad del estudiante, ¿no nos están hablando de carencias atroces, si no de miseria?

No hay que confundir el buen comer gourmet difundido por algunos chefs peruanos, con la miserable ración alimenticia que consumen los peruanos de a pie. Cuando trabajamos en el Pronaa evaluamos el contenido calórico de los menús que se servían (con gran esfuerzo) en sus programas; con horror verificamos que ninguno llegaba a las 1500 calorías, pero lo sobrecogedor fue que muchos no llegaban a 1000, y se trataba de los comedores populares de Lima metropolitana, no hablamos de las magras raciones cotidianas de plátanos y yuca de los nativos amazónicos o de las porciones de chuño y mote de los campesinos andinos. ¿Quién come mejor en el Perú?


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