domingo, 5 de septiembre de 2010

LA CAMPAÑA DE DEMOLICION CONTRA SUSANA


Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La derecha y la izquierda que el país merece pero carece.

La campaña de demolición contra Susana Villarán no es, en realidad, contra ella sino una expresión de intolerancia creciente en la sociedad peruana.

Es, por varias razones, una campaña absurda. Una es la dificultad de demostrar que sea terruca una señora buena onda, decente y facha de maestra jubilada, que desde hace décadas transita en la política por caminos que no son de violencia.

Otra razón no es de forma sino de fondo y constituye una señal lamentable de un sector que no está dispuesto a tolerar indicios de desviación respecto de su credo esencial, su verdad absoluta, su discurso irrebatible, su posición innegociable.

Es obvio que un derecho legítimo de cualquier sector político es la defensa apasionada de sus planteamientos. No lo es, en cambio, la intolerancia rabiosa a ideas distintas a las propias y, peor aún, la implementación de guerras sucias, campañas arteras y propaganda mentirosa para demoler al oponente.

Más preocupante es que esto se produzca con Villarán, cuyas ideas para gobernar Lima son parecidas a las de los candidatos que sí son aceptados por este grupo Colina de las ideas.

Y más absurda aún es la constatación de que ese sector no sea capaz de reconocer que al país y a ellos mismos les conviene que exista una izquierda moderna, no dogmática e inteligente que no tenemos y que empieza a asomar tibiamente con Villarán y el grupo político que lidera, que no es Patria Roja.

Al país le conviene que ese tipo de posición esté representada en municipios, gobiernos regionales y Congreso –como mayoría u oposición– pues ello puede convertirse en mecanismo de intermediación política que hoy se carece para encauzar la protesta social y regional dentro del sistema político.

El sector que se opone a eso preferiría una izquierda cavernícola como la que abunda. Porque esa ‘izquierda’, al igual que eso que se llama ‘derecha’, es, en el Perú, un conjunto lamentable de prejuicios que paralizan en lugar de movilizar.

A ese sector no le gusta Villarán. La verdad es que a ese sector tampoco le gusta Lourdes Flores pues desconfía de ella por sus innegables condiciones democráticas, y apostaba por Alex Kouri, pero ahora que se cayó la escoge como ‘second best’.

Ese sector no es la derecha que el Perú requiere: inteligente, moderna y dialogante. En lugar de eso, es un grupo intolerante, discriminatorio y autoritario. Aún defiende –en privado– a Vladimiro Montesinos; está feliz de tener como voceros a Rafael Rey, Juan Luis Cipriani o Luis Giampietri; quiere la PUCP como trofeo; le encarga el trabajo de McCarthy a periodistas histéricos y a medios que lucran y hacen méritos con la mentira; y, en lugar de aspirar a tener Felipe González, Lula o la Concertación chilena, se conforma con nada más que Alan García.

No hay comentarios:

Publicar un comentario